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31 enero 2010
Las siete últimas palabras de Cristo en la Cruz
No consta que Haydn estuviera nunca en Cádiz, ni siquiera en el Puerto, pero lo que sí parece cierto es que en 1787 a petición de la hermandad de la Santa Cueva compuso una pieza para ser interpretada en Viernes Santo. La obra se concibió como un todo, a modo de sermón, que intercalara las partes orquestales y otras tantas meditaciones sobre las últimas siete palabras de Jesucristo en la Cruz. Le Concert des Nations, dirigido por el Jordi Savall, las ha grabado en su localización original, la Iglesia de la Santa Cueva o Capilla de la Pasión de Cádiz.

No soy partidario de estos localismos ni de los inefables centenarios, por lo que les voy a hacer una recomendación deslocalizada en tiempo y espacio pero que siempre me agradecerán. En mi afán por conocer la vida de mi admirado Benjamin Britten me enteré que su marido, el tenor Peter Pears, había grabado para Decca Las Siete Últimas Palabras. Lo hizo con un cuarteto hoy casi olvidado, The Aeolian String Quartet, pero que fueron los primeros que se atrevieron a grabar la integral de todos los cuartetos de Haydn. En 1977 salieron al mercado los 35 Long Plays, solo al alcance de unos pocos ricos refinados. Iba acompañado por un breve texto introductorio del coreógrafo Lindsay Kemp, otro del gremio, que era una muestra de concisión y sensibilidad. Naturalmente que no tuve acceso a aquella maravilla (ni por fortuna, ni por refinamiento), pero años más tarde lo pude adquirir, ahora compilado en 22 CDs. Lo he visto anunciado en internet a muy diversos precios, desde 50 a 150 euros, también incluso se ofrece una descarga gratuita que no recomiendo.

Escuchando esta portentosa grabación he alcanzado gran recogimiento, pero también he comprendido que Britten estuviera tan enamorado de Pears y le compusiese múltiples óperas para su personal lucimiento. La parte vocal de Las Siete Palabras es un recitado de textos cuyo autor es variable, aquí son autores ingleses, pero hasta Saramago se ha aventurado a introducir sus textos en la grabación de Savall. La voz recitada de Pears es de una belleza excepcional, quizás la voz masculina más bella que nunca ha acariciado mi pecador oído.

(Escrito por El Sablista Escapista)

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30 enero 2010
Love Me Tender

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29 enero 2010
Adánico
Sin duda llego tarde para comentar la tableta de Apple que a estas horas es ya envoltorio de fish'n chips. Me refiero a la presentación, que el producto estará en boga como mínimo hasta el verano. Lo digo porque mi penúltimo laptop vivió seis meses y ahora descubro que mi recién estrenado kneetop está desfasado. Mi vecino ya ha tirado el suyo; sí que era viejo, de noviembre por lo menos, y además se le escacharró al estornudar sobre el teclado. Y llego tarde porque un primo ya tiene la tableta en rumbo aéreo hacia su estafeta y para cuando uno acceda al cacharro los veteranos estarán ya en el siguiente escalafón, la lámina o el digifolio, tan avanzados como para durar lo que un viaje transoceánico, el mismo que factura ahorita la tableta de mi primo.

Y cómo será. Arcadi acentúa que el señor Jobs apenas tuvo que hablar o anunciar la cosa para acaparar los focos. A veces sale mal, no obstante, creo. Puedo imaginar la cara de primo que se le quedó al primero en comprar el Apple Cube o iCube o quién se acuerda, ganador estafado. Yo no he tenido mucha suerte con las estrofas Apple, pues de tres cacharros que compre tres me salieron malos, afuncionales e irreparables. Puede suceder, toda gran marca tiene su Aquarius Cola, Millenium o gatillazo Ikea particular.

Entretanto suben las ventas de los vinilos ahora que se insiste y perjura que el CD es anacrónico y uno puede hacer submarinismo escuchando los Silver Apples. Esta renacida demanda podríamos atribuirla a cierto esnobismo, pero como éste es primo-hermano del uso sibarita habrá que resaltar que el motivo, dicen los compradores, es la calidad del sonido. La aguja en el pajar, diría yo.


Alto ahí, la calidad. Qué es. Desde luego no puede tener calidad algo duradero. Dudo que Jobs diga algo al respecto. Mi otro primo mantiene una tele de tubo en su salón. Dice que se ve mejor, punto y pelota. Yo voy por mi tercer plasma y ansío el día que pueda colgar uno sobre la ducha. Matías Prats sí que dura, molará verle mientras uno se asea sin agua. Una pena que la cosa llegue tarde como para ver toros desde el retrete, aunque si lo pienso la cosa iba precisamente de que mueran los toros. Una pena, porque el vocabulario de las retransmisiones era un brote interminable. Pero estamos actualizados, ya es hora de incorporar el sillón @ a la Academia. Y ahora que recaigo en cuestiones mobiliarias, estoy en un Word de evaluación. ¿Me pasa alguien un serial para poder guardar este texto?

(Escrito por Sickofitall)

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28 enero 2010
Connellsville, Pennsylvania
Hay quien no viaja por principios. Otros por finales, habitualmente de mes. En mi caso, por unos juanetes perpetuos que me salieron durante un curso obligatorio de ballet dentro de la Octava Campaña por la Igualdad. Para cubrir esta cuota de Nickjournal tuve que mandar a un propio a explorar lugares irrelevantes. Esta es la crónica de rabiosa caducidad que envía, tan magra como los viáticos que se le proporcionaron. Sean indulgentes con su torpe prosa.

“Connellsville no tiene nada que ver; no hay atractivos turísticos ni placas que los interpreten. Así que tampoco hay fotos. Es lo que se suele decir cuando se recibe un encargo peregrino mientras uno trabaja conduciendo coches ajenos de un estado a otro y la dieta no alcanza al gusto por la novedad. El pueblo es un lugar de paso en el que sólo se para cuando te cae la noche encima en invierno. En los alrededores está la Casa de la Cascada, de ese arquitecto famoso que además de tener ideas nuevas sabía de estructuras y usar la regla de cálculo. Desde él no se han vuelto a utilizar las horizontales como renglones sobre los que andar sin preguntarse si uno está desfilando. También están cerca las tierras de Laurel, un parque natural donde acude la turba de ciudad a circular por senderos, ríos y programas de aire regulado.

Connellsville es un pueblo sin fama al que la cercanía de esos lugares concurridos ha vacunado contra los curiosos. Se defiende de ellos con la última serrería, un puñado de talleres y un diner repleto de trabajadores blancos que abre a las seis de la mañana y sirve desayunos amish a parroquianos que dividen su aburrimiento entre demócratas y republicanos. Las especialidades amish se deben a la comunidad de esa devoción de Smicksburg-Dayton y consisten en engrudos de avena que ningún vecino se atrevería a calificar de pintorescos o étnicos. Pero ese paisaje se dejaría ver por la mañana, entre una niebla coherente.

En un bar de carretera secundaria pregunto por algún lugar donde quedarse a unos jóvenes que van a sosegar en cerveza las décadas que les quedan por vivir aquí. Como si fueran sociólogos de telediario me informan pletóricos de variedad que hay tres tipos de alojamiento: puticlubs, meublés y moteles decentes, haciendo énfasis en lo piadoso del adjetivo. Me aconsejan uno de estos, más por guardar su propia reputación que por querer comprobar la mía. Recalo en un motel de 50 dólares la noche regentado por una mujer oscura que con el recuerdo resultaría ser negra. En la tierra de la libertad me recibe una descendiente de esclavos.

El cuarto de recepción es un remedo de la Casa Blanca, con un despacho oval en el que cultiva plantas tropicales y dos alas simétricas con sendas puertas de vaivén que dan a unos porches sombríos de los que huyen las habitaciones superiores. Los finos llaman a esa timidez de los pisos retranqueo. De la pared tras el mostrador cuelgan dos cuadros que enseña orgullosa, uno del general Washington y otro de ciervos, bosque y río. El primero es una copia del famoso y del segundo dice que lo ha pintado ella misma. A estas horas, sea. Ambos impresionan poco pero juntos guardan una inesperada y justa proporción entre los impulsos de progreso y naturaleza que unen a esta gente. Suelta un emotivo discurso sobre el primer presidente que demuestra tanto la falta de huéspedes que la escuchen como el arrobo del pueblo americano por sus fundadores. A diferencia de nosotros, estas gentes retornan al pasado para tener ídolos útiles, tanto como los jugadores de béisbol. Retornan como si esos pioneros fueran vecinos de mérito y fortuna pero no se retrotraen, como los cacofónicos europeos. Lo suyo no es añoranza de santos sino ganas de tener a quien jalear y emular.

De ese pasado y del presente de paisanos borrachos se defiende la patrona con su querencia por la geometría de su oficina y la pasión por la selva tropical de su interior, lo único que ha crecido en los treinta años que dice llevar al frente de esta fonda de carretera .Dos infiernillos calentando las plantas y una luz que permite distinguirlas son lujos que se echarán de menos en la habitación. También dice necesitar un jardinero de interior, como ella llama a un ayuda de cámara servicial para con sus caprichos, puesto que me ofrece y declino, como la noche.”

(Escrito por Bartleby)

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27 enero 2010
Mirando al Mal desde el sufrimiento

He preparado un collage con algunas de las fotos que han ido llegando del terremoto de Haití. He recortado estas fotos, quedándome con lo que está centrado en los rostros, salvo algunas en las que he respetado la expresión corporal completa.

La primera consideración que quiero hacer es que en todos los casos se trata de personas que se han topado de frente con el Mal, así, en mayúsculas. Ese Mal que nuestra civilización tecnológica no quiere reconocer como tal, porque considera que todo su problema radica en encontrarle una solución técnica, la cual, antes o después, tiene que llegar. Esto no es para nosotros solo una cuestión de fe, también es una exigencia y algo que, aunque equivocado, honra a nuestra civilización y acredita sus buenas intenciones.

Pero siendo cierto que hemos ido arrinconando y venciendo a muchas formas del Mal, también lo es que hay males para los que no tenemos solución, y el terremoto es uno de ellos. Eso lo sabe esta gente de las fotos que acaba de sufrirlo: sabe que lo que acaba de pasarles no es consecuencia de que sean muy pobres, lo sabe por instinto, por aquello del subconsciente colectivo que guarda memoria de las innumerables tragedias telúricas que han tenido lugar a lo largo de la historia.

Pero lo que me interesa considerar aquí es lo que muestran sus miradas en relación con una cuestión fundamental, la del Sufrimiento. El Mal engendra Sufrimiento, esa me parece su definición más acertada: Mal es lo que engendra Sufrimiento, en todas sus formas posibles. Y esta gente desafortunada nos ofrece una oportunidad de observar en qué consiste, o por lo menos como se manifiesta, el sufrimiento humano.

Una forma, quizá la más evidente, de enfrentar el sufrimiento es el llanto. Lo decía Violeta Parra: “gracias a la vida que me ha dado tanto / me ha dado la risa y me ha dado el llanto”. Hartarse de llorar, hacerlo desconsoladamente, es una válvula de escape para la angustia, a su vez una variante del sufrimiento, y también para el dolor.

Otra forma es el aturdimiento. Como si el Mal te hubiera dado un balonazo en la cabeza, pierdes la capacidad de entender lo que acaba de pasarte y así, según el decir popular, “ni sientes ni padeces”. Lo que le da un tiempo precioso a tu organismo para que, sin la intervención de una conciencia asustada, recomponga su homeostasis. Así las dos mujeres que emergen, recién salvadas, de entre los escombros, se manifiestan aturdidas, como si no pudieran comprender lo que está pasando.

A más largo plazo, es decir, cuando has dejado atrás el aturdimiento pero el sufrimiento persiste en alguna de sus formas, toma el mando lo que los médicos han llamado stress postraumático, que en las fotos del collage vemos como una mezcla de indiferencia y desesperanza en las miradas de algunos, los más jóvenes, y que con el tiempo puede transformarse en una depresión en la que, imposibilitado de reaccionar, aceptas con fatalismo todo el Mal que quiera seguir llegándote. Este podría ser el caso de esa abuela de la foto central que quizá haya perdido a todos los suyos.

Finalmente están los afortunados que pueden reaccionar, adoptando una postura proactiva de lucha por la vida. Es el caso de esas dos madres que lavan a sus niños, el de la mujer que protesta en la cola de reparto de alimentos, también el de los saqueos que ya empiezan a producirse, y el de tanto altruismo anónimo que no podrá nunca recogerse en una foto. Darwinismo en acción, con todas sus luces y sombras, dirigido hacia la supervivencia de la especie, la continuación de la vida.

Terminaré haciendo una consideración inquietante y otra esperanzadora.

En cuanto a la inquietante: yo en esta entrada, así como los millones de espectadores que están contemplando en la televisión el espectáculo de carnes desgarradas, vidas truncadas, muertos que llenan las calles con un escalofriante impudor, yo y todos ellos vemos lo que está pasando en el infierno haitiano con frialdad, por más que nos impresionen las imágenes vistas. Esa es la otra cara del Mal, nuestra resignada indiferencia que nos hace aceptar que el Mal forma parte del material con que está fabricado nuestro mundo. Es inquietante porque pone de manifiesto nuestra convicción de que, en efecto, hay un Mal del que, cuando llegue, no podrá librarnos nada ni nadie. Pero sobre todo porque nos da una excusa para aceptar que ese Mal, y por extensión cualquier Mal, pueda cebarse en otros, alejados de nosotros, víctimas de algo que consideramos inevitable, muchas veces sin que lo sea realmente.

La consideración esperanzadora se basa en lo que vemos que está pasando ya en Haití: el mundo entero se está volcando en ayudarlo a mitigar las desgracias que lo afligen. Y es esperanzadora porque manifiesta que muchos humanos, aunque estén dispuestos a aceptar la inevitabilidad del Mal, hacen todo lo posible por eliminar el Sufrimiento que ocasiona: una forma menos tecnológica, no preventiva sino simplemente reparadora, pero igualmente necesaria, de luchar contra aquél.

(Escrito por Olo)

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26 enero 2010
Tres miradas hacia el espectador


Ptolemy Elrington hace animalicos con tapacubos.




Jean-Luc Cornec nos llama borregos.




Trevor Paglen proyecta sobre un globo terráqueo las posiciones de los 169 satélites espía del ejército de los Estados Unidos, localizadas gracias a una red informal de observadores aficionados a la astronomía y los cachivaches que orbitan el planeta.


(Escrito por Mercutio)

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25 enero 2010
Orgasmos
El orgasmo deportivo es similar al sexual. Aunque hay algunas diferencias. Para empezar la frigidez. La inmensa mayoría de las mujeres y muchos más hombres, de lo que algunos se creen, son frígidos deportivamente hablando. Un gol decisivo de España contra Brasil en el último minuto de la prórroga de la final del Mundial les produciría apenas un erizamiento de la pelusilla del pezón. El incremento peneano en ellos, los frígido-deportivos, sería infinitesimal. Es importante precisar que me refiero al orgasmo deportivo pasivo, el que se experimenta cuando desde el sillonball ó en vivo y en directo se presencia un acontecimiento deportivo que proporciona un goce extremo. Cuasi sexual.
Otra diferencia sería que aquí no importa tanto la belleza ni cómo de placentero ha sido el acto. Muchos madridistas y culés estarán conmigo si afirmo que los goles de Mijatovic de la "séptima" y de Koeman de la "primera" les han proporcionado un placer respectivamente muy superior a los golazos de Zidane y Messi. Aunque estos últimos también hayan proporcionado una Copa de Europa y sean de una calidad plástica objetivamente superior.

Y es que entre las similitudes con el auténtico orgasmo es que en el deportivo también influye mucho la dificultad de la conquista, el deseo y sobre todo el timing del acto. El minuto 1:50 de este video de la primera victoria de Arantxa Sánchez Vicario en París es buen ejemplo de ello,



Por el contrario, en el climax deportivo, y sobre todo en el futbolero, el gatillazo de tu enemigo, puede convertirse en el mejor de los orgasmos. Noten que en el minuto 5:16 cuando Buyo hizo lo que hizo se produjo un estremecimiento seminal en "La Fuerza". Y no sólo en los aficionados del Barça.



Por último les dejo con un último ejemplo de todo lo antedicho. El gol de Pantic en el minuto 4:23 sólo significó una Copa del Rey, pero fue mucho más placentero que el gol de Kiko que proporcionó al mismo equipo una Liga unos días después.



(escrito por pangloss)

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24 enero 2010
La fábula de las abejas

De mediados de diciembre a la fiesta de Reyes Magos se configura en España (y en otros países de cultura hispánica) un periodo de tiempo dado al gasto en exquisiteces alimentarias, bebidas de postín y regalos intercambiados entre todos los miembros de las familias, sobre todo en juguetes para los más pequeños. Son gastos extraordinarios enjuiciados de forma diferente por unos y por otros. Los más puritanos, esos que siempre tienen algo que objetar a cualquier costumbre del pueblo, se rasgan las vestiduras porque creen
que más que gasto lo que se hace en las Navidades es un completo y absurdo despilfarro. Los fabricantes y comerciantes valoran esta costumbre de un modo harto diferente. Ellos suelen hacer su agosto en invierno y están encantados de poder rellenar huecos en sus a veces magras cuentas de resultados, aunque la verdad es que, desde la eclosión de la crisis que Zapatero no veía, no logran vender todo lo que quisieran. Parece que ni las rebajas lo van a conseguir.

En el programa Hoy no es un día cualquiera de Radio Nacional la directora y presentadora, la directora Pepa Fernández pidió la opinión de sus “escuchantes” sobre si creen que esta costumbre es un despilfarro. Despilfarro, derroche, gasto innecesario, consumismo desatado y otras lindezas se repitieron entre los que opinaron reflejando con ello que somos presa de un puritanismo estrecho y aparentemente virtuoso sin percatarnos de que este tipo de pautas de conducta gastiza son inherentes a todas las culturas y que, concretamente en la nuestra, constituye una fórmula inscrita entre los secretos de la prosperidad colectiva.

Por eso habría que recordar el brillante pensamiento de un médico de origen francés, nacido en Holanda, y que vivió en Londres desde fines del siglo XVII hasta su muerte. Me refiero a Bertrand (algunos lo conocen como Bernard) de Mandeville. Nació en 1670 y murió en 1733. En su longeva vida practicó el arte de la sátira social y política sometiendo a una crítica implacable las costumbres puritanas de su tiempo, heredadas de la Reforma luterana y que Calvino llevó hasta la exageración. Este cura suizo propuso una forma para él bastante segura para averiguar si un cristiano estaba predestinado a salvarse o a condenarse eternamente. La fórmula se basaba en asegurar que el éxito en la tierra es un indicador infalible de que quien lo alcanza puede estar seguro de ir a la Gloria. Y, a la inversa, quien no tiene éxito en la vida puede esperar condenarse en el Infierno después de la muerte.

El sociólogo alemán Max Weber, en su afán por encontrar las causas del capitalismo, adujo que la doctrina de Calvino es una de las más importantes. La prosperidad alcanzada por las sociedades calvinistas era para Weber la consecuencia del puritanismo, algo que para él quedaba confirmado por el hecho de que las sociedades no calvinistas seguían sufriendo los azotes de la pobreza. El atraso de España, la adelantada de la Contrarreforma aprobada en el Concilio de Trento, la sociedad más católica del orbe, era para Weber una prueba irrefutable de que la moral protestante es el fundamento del desarrollo capitalista de los países que abrazaron la Reforma.

Para cuando Mandeville se fue a vivir a Londres la Iglesia Anglicana ya estaba consolidada y con ella su conversión a la moral protestante, de un puritanismo tan acusado que llevó a las familias a una de austeridad para así asegurar que el día de mañana vivirían mejor y que, alcanzada la prosperidad y el éxito, se podían morir uno con la seguridad de que llegaría al Reino de los Cielos. Claro que, como siempre una cosa es la doctrina oficial que se dice seguir y otra muy distinta la que se sigue. Mandeville, dotado de una fina capacidad de observación, se percató de que, en efecto, la sociedad inglesa era tremendamente puritana en sus convicciones, sobre todo las clases medias burguesas, pero que, como siempre, las minoritarias clases opulentas se daban a todos los excesos que podían y llevaban una vida que a los ojos de la mayoría era una vida de depravación, vicios, derroches y despilfarros.

La más celebrada de las sátiras que escribió Mandeville se titula “La fábula de las abejas”, publicada en 1714, cuando en la sociedad londinense estaba en pleno auge la contradicción entre el puritanismo virtuoso de las masas y el despilfarro vicioso de las clases opulentas pero que, considerando la sociedad como un todo, no dejaba de aumentar la riqueza y el bienestar. Conocedor de la vieja fábula de las abejas, Mandeville la tomó como referente para poner en carne viva a los ojos de la sociedad de su tiempo que al criticar los vicios privados estaba atentando contra uno de los pilares de la prosperidad colectiva. De ahí que en el subtítulo de su extensa obra pusiera esta elocuente frase: “los vicios privados hacen la prosperidad pública”.

Para quienes no la conozcan transcribo a continuación algunas estrofas de la fábula de las abejas:

“Grandes multitudes pululaban/en el fructífero panal/ y ese concurso/ les permitía medrar/ atropelladamente para satisfacerse mutuamente/ la lujuria y la vanidad/ (…) /Ante la insistencia de los gritos/ de mueran los bribones/ húndase la tierra por sus muchos pecados/ Dios mío, si tuviésemos un poco de honradez. Júpiter, airado, movido por la indignación/ al fin prometió liberar por completo del fraude/ al aullante panal”

Las consecuencias de tal medida no se dejaron esperar. La obra, que como digo no es otra cosa que un comentario de la fábula ilustrado con los resultados del análisis de la sociedad londinense de su tiempo, sostiene que:

“Ni las cualidades amistosas, ni los afectos simpáticos, que son naturales en el hombre, ni las virtudes reales que sea capaz de adquirir por la razón y la abnegación, son los cimientos de la sociedad, sino que, por el contrario, lo que llamamos mal en este mundo, sea moral o natural, es el gran principio que hace de nosotros seres sociables, la base sólida, la vida y el sostén de todos los oficios y profesiones, sin excepción; es ahí donde debemos buscar el verdadero origen de las artes y las ciencias, y, en el momento en el que el mal cese, la sociedad se echará a perder si no se disuelve completamente”. En consecuencia, termina Mandeville, “los vicios privados, manejados diestramente por un hábil político, pueden trocarse en beneficios públicos”.



Cabe imaginar el malestar que la sátira produjo entre las clases bienpensantes de la sociedad inglesa ya que el autor de la obra la estaba acusando abiertamente de hipocresía por censurar aquello que estaba en la base del desarrollo sostenido de su riqueza, una riqueza de la que, como es sabido, participan más unos que otros, sí, pero que, a la postre, a todos beneficia. Tardó la sociedad inglesa en deglutir la provocación. Ya a fines del siglo XVIII, un profesor de ciencias morales de la Universidad de Edimburgo, logró agarrar el toro de la provocación mandevilleana por sus afilados cuernos y demostrar, en su universalmente famosa “Origen y naturaleza de la riqueza de las naciones”, que si de determinados actos privados se derivan tales beneficios esos actos no pueden ser malos porque, como por sus frutos los conoceréis, había que considerarlos buenos y virtuosos. Así que fue Adam Smith, el padre de la economía política, quien deshizo la paradoja aplicando el socorrido método del huevo de Colón: no puede ser vicio, sentenció, el egoísmo y la búsqueda de lo que a cada cual más le gusta si de ello se derivan tantas ventajas para la sociedad. Antes al contrario, propuso: aceptemos el egoísmo, consustancial al ser humano, y las conductas privadas de cada cual, ya que en ello se basa la dinámica económica que lleva al aumento imparable del bienestar, un aumento sostenido porque, cuando entonces, aun no se usaba para estos fines el confuso término de sostenible. Como saben quienes tengan nociones de economía, esta ciencia menor basa su desarrollo analítico en el homo economicus, una figura modélica, que refleja a quien, en pos de su máximo bienestar, se comporta de forma que genera las condiciones óptimas para la creación de riqueza para todos. No es preciso, por consiguiente, que exista una autoridad que regule el proceso estableciendo obligaciones legales de comportamiento pues que los seres humanos, en procura de su egoísmo, terminan suscitando la aparición de una especie de mano invisible que lleva al bienestar general de todos. No entraré en las críticas que ha recibido el modelo, sobre todo por el marxismo, pero lo cierto es que aun sigue siendo el núcleo duro de la economía liberal en tanto que las sociedades marxistas, basadas en la planificación central, han terminado fracasando estrepitosamente.


Los economistas de la escuela humanista de los años cincuenta y sesenta que fueron mis maestros de la entonces Universidad Central de Madrid la Facultad de Economía de la Complutense (pienso en Valentín Andrés Álvarez, José Luís Sampedro y Alberto Ullastres) recomendaban con mucho énfasis a sus alumnos la lectura de Mandeville. Pocos siguieron este consejo, si es que alguien lo siguió. Algunos, entre los que me cuento, la leímos cuando ya éramos profesionales. Fue entonces cuando comprendimos en profundidad la irrebatible originalidad del pensamiento de Mandeville, un médico que sin duda supo descubrir las raíces de la ciencia económica.

El escritor gallego Wenceslao Fernández Flórez escribió a mediados del siglo pasado una nueva versión, esta vez novelada, de la fábula de las abejas que recomiendo vivamente a quien no la conozca. Su título es “Las siete columnas”. El argumento presenta una visión real de la sociedad en la que hay desigualdades sociales y egoísmos que resultan a las gentes lacerantes así como vanidad, lujuria, gula, envidia y crímenes insufribles, pero también ráfagas de felicidad, bondad, bienestar, riqueza y hasta relámpagos de caridad o filantropía. Es decir, la vida real que todos conocemos. Pero hete aquí que un monje reza tanto y con tanta devoción que consigue atrapar a un demonio y pacta con él que solo lo soltará si erradica del mundo los siete pecados capitales. Cumplido el pacto, el narrador muestra un mundo sin egoísmo y sin maldad, pero decaído, fláccido, átono, sin vida, en el que la vanidad ha desaparecido, como la gula, la lujuria y todas las lacras que lastran la vida ordinaria de la sociedad, pero que va cayendo en una languidez que hace añorar el mundo que existía antes de la santa eliminación de los siete pecados capitales.

Un economista inglés logró aportar el diagnóstico que llevó a paliar los efectos de la Gran Depresión que sufrió el mundo a partir de octubre de 1929 aplicando el análisis económico. Keynes, que así se llamaba, se percató de que la caída de la demanda agregada (el consumo más la inversión) explicaba el repentino empobrecimiento de las economías más desarrolladas. En base a este diagnóstico propuso que el sector público supliera al privado invirtiendo en grandes obras públicas. El efecto multiplicador de la inversión aumentaría la demanda agregada en sucesivas oleadas y se pondría en marcha el círculo virtuoso de la riqueza. Con estas ideas el presidente Roosvelt modificó la política económica de la primera economía del mundo y así, dicen, logró poner las bases para resolver la crisis. Junto con los efectos de la II Guerra Mundial se puso en marcha una de las olas de prosperidad más largas de la historia, tanto que puede decirse que ha llegado hasta nuestros días.

Moraleja: Dejemos que cada cual haga lo que le gusta siempre que respete las leyes vigentes y abstengámonos de vociferar contra lo que los puritanos llaman vicios porque una sociedad que controla las costumbres privadas pone en peligro su propia viabilidad como sociedad sana, equilibrada y rica.

(Escrito por Desdeluego)

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[0] Editado por Bartleby a las 9:00:00 | Todos los comentarios 129 comentarios // Año IV
23 enero 2010
France Gall












 
[0] Editado por Dragut a las 9:00:00 | Todos los comentarios // Año IV
22 enero 2010
Fondue Halal (o kosher, ya puestos)
Hace unas semanas yo también estaba en Ginebra. Lo digo porque según parece un buen puñado de españoles (incluyendo alguno famosete) ha estado por allí estos días, que vamos, lo que me extraña es que no hayamos coincidido en Plainpalais (o quizás nos hemos cruzado pero no lo he reconocido como destacado o eminente). Y es que si lo moderno hoy es ir a Nueva York y luego poner a caer de un donkey a los demás que han pillado el mismo vuelo, lo clásico es ir a la orilla del lago Leman a ponerse trascendentes y hacerse fotos con la placa de oh, Borges! (porque si intentan hacérsela con la de Servet, hace años se la llevó un camión por delante y no la han repuesto)

Estando pues ya cumplida la parte de alojamiento y localización de la sección del Inner Circle que anda desplazada por esas tierras, a la hora del café preguntamos por el famoso referéndum de los minaretes .

- Pues veréis, lo cierto es que la gente se lo ha tomado demasiado a pecho. Pero si total es lo que hacen siempre aquí: cada tres meses ponen a votar a la peña cualquier chorradita, y si sale lo que “no toca” sabes que en seis meses les van a echar atrás la reforma o la ley en una instancia superior. Así que muchos votan por tocar las narices, otros al tuntún, y lo que parece un país tan democrático y tan activo en esto de la ciudadanía en realidad es un paseíllo que tiene a todos contentos y en forma.

- ¿Y las razones para votar que no? ¿se ha estudiado realmente qué es lo que les movía?

- Aunque parezca simplón, parte han votado que no porque les parece que un minarete no pega en su paisaje ¡Como si toda Suiza fuera un decorado de Heidiland!. Algún malévolo opina que los minaretes, tan fálicos ellos, son demasiado procaces para los pudorosos suizos. Pero es evidente que si fuera una cuestión de arquitectura chirriante se podía haber solucionado sin tantos dramas. Para empezar porque acogiéndose a la ordenanza municipal de cada sitio se puede evitar que coloquen un minarete en la panorámica de postal que tan buenos dineritos produce cuando los turistas hacen la foto con la vaca, el chalet, el simpático abuelito ordeñando la cabra y el San Bernardo dando la patita. Claro que entonces se preguntarían porqué han dejado que coloquen la estatua recontramoderna espantosa, el quiosco de periódicos cutre, la columna de anuncios, el neón sicalíptico y la casa de muros con alambre de espino del ricachón londinense que pagó el unto cantonal . Total, los minaretes en Europa se usan no para llamar a la oración (o sea, nada de estruendos piadosos a las cinco de la mañana) sino para señalar la existencia de la mezquita, así que la excusa de los ruidos no cuela .

Los espectadores externos (musulmanes), que recuerdan que los minaretes no son ni mucho menos obligatorios en las mezquitas y que en muchos casos adaptan rasgos de construcción locales, no entienden cómo es posible que unas construcciones mas o menos exóticas “socaven gravemente la personalidad de un país y su cultura”. ¿Qué cultura suiza? La que emana de Italia, de Francia, de Alemania? ¿La que ha puesto en los restaurantes típicos la “fondue china” como plato tradicional? ¿La que presume de reformista y se deshace en loas a Calvino y su austeridad mientras exhibe su hedonismo más propio de un Heliogábalo o un Creso con visa diamante ? ¿Acaso son menos suizos los judíos que llevan desde hace 100 años intentando que se les autorice la shejitá (sacrificio ritual), y a los que el día menos pensado se les puede prohibir la importación de carne kosher? -por cierto, se está intentado llevar a referendum esta ley y se asegura que el 76% de la población apoyará la prohibición; mientras tanto los que protestan reciben cartas amenazadoras y soportan campañas de odio en el mejor estilo neonazi . De paso, les han echado atrás cualquier medida para conseguir alguna restitución por la implicación suiza en el Holocausto. Por lo visto eso también iría contra algo muy característico de Suiza: la complicidad bancaria y comercial con los que gustan de la opacidad -la campaña apenas escondía que se trataba en realidad de un gesto antimusulman (y atentos al enlace que tiene miga por venir de quien viene el rechazo a la prohibición). Muchos han colocado su voto en la caja del miedo, esa que sacuden con gusto los extremistas del mundo islámico radical y de la extrema derecha occidental (si es que en el fondo no son la misma cosa). Los unos, porque si no fuera por su violencia y sus discursos de puro odio contra todo lo que se menea no iban a convencer ni a Al-Tato de las virtudes teologales de su interpretación del Islam (es sorprendente lo mucho que se relaja la observancia estricta de cualquier religión cuando se deja de tener a un tipo armado vigilando nuestra probidad), y los otros porque sin una amenaza a la cual “combatir” cual guerreros del antifaz quedarían expuestos como simples sociópatas en busca de una excusa para hacer daño (eso si, con las espaldas cubiertas y embistiendo contra los que menos resistencia van a ofrecerles, o sea el pringaíllo del barrio y no el tipo armado de la vigilancia). Pero esos mismos tipos, tan arios y tan suizos, rechazan con horror trabajar como negros (o como chinos, o como moros, o como malayos... o como gallegos) en empleos duros y mal pagados, los que suelen ocupar esos que tanto desprecian. Luego pasearán por las calles bien fregadas (lo de que no tiran un papel al suelo es un mito, lo que pasa es que hay muchos barrenderos), comprarán en tiendas abiertas a deshora, comerán en restaurantes de precios asequibles, volverán loco al camarero... y todos esos trabajos los hace Lin, o Carballeira, o Ahmed, el mismo Ahmed que cobra apenas 600 euros y duerme en el suelo de la cocina, y que no está dispuesto a que encima se le exija hacerse invisible como a los chinos (que ya no rezan y están demasiado ocupados siendo controlados por el Gran Hermano chino) y que son los que cargarán con el desprecio de los justicieros calvinoides. Ya les aseguro a ustedes que a los jeques no les van a rechistar ni hacer ascos a sus petrodólares (y que esos no rezan en la mezquita de los paisanos...)



Las soflamas de unos y otros aterrorizan a los que se ven ya en la primera fila para recibir las pedradas (muchos musulmanes están firmemente convencidos de que Occidente está involucrado en una conspiración para exterminarlos a todos, y que el día menos pensado les van a empezar a caer bombas atómicas en la cabeza, hagan lo que hagan y por muy pacíficos que sean, puesto que sus propios dirigentes los han vendido a los exterminadores, y que con los judíos estuvieron practicando). Quien se va a llevar la ostia de vuelta de los dichosos minaretes? Pues los que menos han pintado en todo estos: los coptos y los cristianos caldeos de Oriente Medio, que se van a llevar los palos por simpatía, con la misma lógica con que se “castiga” a los musulmanes “de aquí” por las burrerías que hacen los musulmanes “de allí”; los musulmanes “pasotas”, los que salieron por piernas de Yugoslavia para evitar que los hicieran picadillos (que constituyen la gran mayoría de los residentes en Suíza, y que son... sufíes!). Como en el chiste de Mingote, los dos bandos se tiran piedras a ambos lados de la calle amurallada y los pedruscos les caen a los transeúntes que intentan seguir su camino

A lago revuelto, ganancia de saqueadores: los Tarik Ramadán que ramonean por las muy pijas y exclusivas universidades europeas , que jamas han padecido miserias ni indignidades, pero que hacen la pose de intelectualidad sufriente manipulando con desvergüenza la mala conciencia de la clase progre occidental (y actuando como intermediarios en negocios entre los ricos de ambos lados) y alimentando el victimismo de los musulmanes “de alpargata-babucha”, que se sienten arrasados culturalmente por la peor versión de la American Way of Life (Hollywood, Blackwaters, Concursos de belleza infantiles...). Muchos musulmanes están firmemente convencidos de que Occidente está involucrado en una conspiración para exterminarlos a todos, y que el día menos pensado les van a empezar a caer bombas atómicas en la cabeza, hagan lo que hagan y por muy pacíficos que sean, puesto que sus propios dirigentes los han vendido a los exterminadores. ¡Pero si hasta los “científicos rusos” han “demostrado” que la culpa de los terremotos y maremotos de estos años la tiene los americanos con su Rayo de la Muerte, desarrollado sobre los planos de Tesla que robó el Gobierno americano !

¿Y en Ginebra? La prospección de campo es bastante parcial y sesgada, evidentemente: una ciudad cuya característica mas destacada es la multiculturalidad (véase por ejemplo la estupenda Colección Baur o el Museo Etnográfico), que es sede de organismos como la ONU, la OMS, la Cruz Roja, el Centro de Comercio Internacional, la Oficina Internacional de Educación o el Centro Internacional de Cálculos Electrónicos;que tiene restaurantes de cocina de todo el mundo, por cuyas calles se oyen hablar todos los idiomas...Pues los ginebrinos (los que se animaron a votar, que no fueron muchos) dijeron que no les importaba que en su skyline hubiera mezquitas (total, acostumbrados a las estatuas de Moore, los suburbios de diseño caja-de-zapatos-baratos o los complejos industriales roñosos, que les pongan un minarete por una zona periférica...). Al menos que hagan algo bonito, como la preciosa (y muy eslava) Iglesia Ortodoxa. Y ya puestos, que haga juego con las vistas, que es mas de lo que hacen muchos edificios...




[Rabbi Melchior, el anterior Gran Rabino de Noruega, hizo notar que durante el debate suizo sobre la shejitá (prohibida desde los años 30), un parlamentario indicó que si a los judíos no les gustaba “pueden irse a otro sitio” Adivinen sobre qué tema se empleó el mismo argumento]





(Escrito por Mandarin Goose)

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[0] Editado por Dragut a las 8:00:00 | Todos los comentarios 183 comentarios // Año IV
21 enero 2010
FACTUAL


Como Mercutio, sostengo que a mí también me gusta el invento que acaba de echar a rodar Arcadi Espada. Convengo en que muchos titulares sorprenden (o chirrían), en que hay líneas de información que no van conmigo, en que algunas de sus plumas no me interesan lo más mínimo... pero son posibles objeciones que pueden alcanzar a casi todas las publicaciones, sea quien sea el lector.

Lejos del estilo pomposo de moralista sintáctico, sin pesadas erudiciones, sin abanicar el ego con aires de aristocracia femenina, que dijo Ortega, Ramón Arcusa publica en Factual unas prometedoras crónicas bajo el título de Rewind. Digo lo de prometedoras porque, yo diría que se trata de un juramento solemnísimo, las inició sosteniendo ante todos los españoles que 'algún día os contaré lo de Frank Sinatra cuando me pidió que le volviera a cantar de nuevo mi canción'. Mientras espero pacientemente que cumpla como el hombre honesto que es, me he sorprendido encantado disfrutando de su narración de la modesta historia del 'Dúo Dinámico'. Yo no había nacido (esto lo digo con evidente satisfacción, por supuesto), y sus grandes éxitos profesionales son para mí como ecos del nodo o, si acaso parece una exageración, un lejano telón de fondo en mis andanzas por esta perra y breve vida que momentáneamente comparto con ustedes. Sin embargo, la historia de Rewind, auténtica y sencilla, la encuentro llena de hermosura, y me atrapa en sus detalles, en la bonhomía que transpira su autor y desde luego con el brillo de tantas rutilantes estrellas de la época que van apareciendo con singular facilidad, como si la vida fuera un ir y venir topándose con seres singualres a cada rato.



El Club Hondo, Xavier Gugat y Abbe Lane y tantos nombres. ¡Xavier Cugat! Ese sí que fue un catalán honorable. Quizás el único.

Bien, la cosa es que he vuelto a esta casa a hacer leves y breves entradas., no como otros. Me han pedido escribir regularmente, no como otros, y yo he prometido esforzarme en hacerlo algo mejor, parecido a los otros. Ya veremos si le dedico algo de tiempo a alienarme con la otredad y acabo escribiendo con decencia, como un poeta.

Melò Cucurbitaciet es fundador de periódicos electrónicos

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[0] Editado por Mel ha desaparecido a las 8:00:00 | Todos los comentarios 407 comentarios // Año IV
20 enero 2010
Tres melodías
(Tres homenajes: a Erik Satie, Lord Dunsany y Bartleby.)









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[0] Editado por Al59 a las 8:00:00 | Todos los comentarios 445 comentarios // Año IV
19 enero 2010
Polo Grounds

En el Upper Manhattan, entre la Quinta y la Sexta, estuvieron los Polo Grounds. Hasta cuatro estadios recibieron ese nombre y sirvieron a los sucesivos equipos de béisbol de Manhattan. Allí, el 3 de octubre de 1951, tuvo lugar uno de esos acontecimientos deportivos llamado a convertirse en mito con el correr de los tiempos, algo que hay que reconocer que a los americanos se les da estupendamente. Era el tercer partido de un desempate forzado por los Giants de New York de manera milagrosa, cuando el campeonato de la liga nacional (el vencedor jugaría las seres mundiales) parecía decidido para los Dodgers de Brooklyn. Ambos equipos habían ganado un partido y cuando terminaba la novena entrada los Dodgers ganaban por 4 carreras a 2.

Un derby, que diríamos por aquí. El equipo de Manhattan contra el de Brooklyn, la misma ciudad, dos equipos separados por un puente, el no va más de la rivalidad local.

No sé gran cosa de béisbol, esa es la verdad, las reglas básicas y poco más. Supe de este partido por la novela de Don DeLillo, Underworld, aquí traducida por Submundo.

En la novela, las primeras 50 páginas son la crónica de ese partido. En las siguientes, De LiLlo vuelve una y otra vez sobre sus neurosis particulares: la basura, las conspiraciones, la guerra fría, la conexión entre personas y aparatos, el ruido de la civilización. Parece que el autor lo concibió primero como un relato corto, que tituló Pafko at the wall. Andy Pafko era el jugador de los Dodgers que estaba más cerca de la pared sobre la que pasaría la bola. Luego escribió el resto de la novela, con un hilo conector en la búsqueda de la última pelota que se jugó en ese partido.

El relato es estupendo. De LiLlo lo hace coincidir con el conocimiento de una prueba atómica de la URSS y mete en el campo, entre otros, a Frank Sinatra y Edgar Hoover, pero el protagonista es un chaval negro que se ha escapado de clase y se ha colado en el campo.

El caso es que el pitcher de los Dodgers, Ralph Branca, lanzó la última bola y el bateador Bobby Thomson, que tenía dos hombres en las bases, hizo un home-run. Los Giants ganaron 5-4.

He intentado narrarlo de la manera más simple. Como he dicho, no entiendo de béisbol y además tengo el problema de que es un deporte poco conocido por aquí. No sabemos distinguir sus términos particulares, desconocemos su jerga. El español que menos sepa de baloncesto, probablemente sabrá lo que es un triple, o un mate. Cualquiera que lo siga un poco, sabe lo que es un alley-oop y quizás comprende qué significa que Gasol ha hecho un doble-doble.

Pero pitcher, entrada, carrera, home-run, son conceptos que nos hacen dudar y sólo he citado los más elementales. Al leer el libro, pensé que sin duda el traductor había tenido el mismo problema, cómo traducir una expresión para la que no hay equivalente o que aún no se ha impuesto por sí sola, como play-off, corner, o el histórico orsay de nuestros padres.

En el campo, aquel día, lo relató Russ Hodges. Era el locutor radiofónico más conocido del momento y sus palabras se han convertido en históricas: “ the Giants win the pennant, the Giants win the pennant …”, repetía una y otra vez.

Como siempre, hay un matiz chusco. El relato de Hodges no se grababa en la emisora, pero pudo conservarse porque un seguidor de los Dodgers había pedido a su madre que lo hiciera para poder escucharlo.

Es una de las grabaciones más célebres del deporte de aquel país. Si ustedes recuerdan El Padrino, sepan que es lo que Sonny Corleone está escuchando en la radio de su auto cuando es asesinado.

El lanzamiento de Thomson pasó a la historia y los americanos tuvieron que ponerle un nombre: shot heard ´round the World, que no está mal, y que por lo visto está tomado de un poema de Ralph Waldo Emerson. Los dos actores, Thomson y Branca, se pasaron años concurriendo ante radios y televisiones para rememorar el momento.

La solución para mi problema de traducción es simple, sin embargo: basta con adoptar el español de Nicaragua, de Cuba, de Puerto Rico.

Vean que maravilla:

En la parte baja de la octava entrada, Henry Thompson bateó por Maglie y lo hicieron out con una rola. El día de Sal había terminado. La historia nos dice que en la parte baja de la novena Newcombe se cansaría, concediendo una carrera. Los Dodgers acudirían al bullpen para traer a Ralph Branca. Con el marcador 4-2 y dos hombres embasados, Bobby Thomson conectaría “el batazo que se escuchó en todo el mundo”, que le daría a los Gigantes el título de la Liga Nacional de 1951.


O esta otra,


De 1947 hasta 1951, Ralph Branca fue uno de los aces monticulares de la novena radicada en Brooklyn y realmente no debía ser recordado por el lanzamiento fatal que le hizo a Bobby Thomson de los Gigantes de Nueva York en 1951, que le disparó “el jonrón que se oyó alrededor del mundo” .

Luego las cosas cambiaron, en 1958 los Giants se fueron a San Francisco. Un año antes, los Dodgers habían dejado Brooklyn por Los Angeles. Así que supongo que después de todo sigue siendo casi un derby.

Y en 2001 el Wall Street Journal contó que los Giants hicieron trampas, porque tenían una persona con prismáticos viendo las señales del catcher y comunicándolas con no sé qué pizarra y una bombilla.

El viejo partido sigue dando que hablar.




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[0] Editado por Schultz a las 8:00:00 | Todos los comentarios 287 comentarios // Año IV
18 enero 2010
Éric Rohmer
Éric Rohmer, cuyo verdadero nombre era Jean-Marie Maurice Scherer, falleció el 11 de enero de 2010, como dijo la prensa y quienes se ocuparon en recordar su fallecimiento. Había nacido en 1920. Un ejemplo de longevidad y dedicación al cine. Algo similar le ocurre a Manoel de Oliveira, que con más de 100 años aún continúa rodando películas. La gran diferencia es que las de Oliveira son inaguantables y las de Rohmer son un prodigio de ligereza. No es, bien lo sabemos, el suyo un cine de aventuras sino de conflictos morales que se resuelven mediante la palabra. Los personajes de sus películas hablan y hablan, pero no a la manera de los de Woody Allen, sino que aquí ese hablar es reflexión.
Rohmer se cuenta entre mis cineastas favoritos por una sola razón: la sencillez de sus películas. Esto es algo que sobre todo hoy es necesario, muy necesario. Hay muchas películas, hablo de esas rodadas para todos los públicos, en las que aparecen sentimientos exaltados, desproporcionados, exagerados. Son películas que se parecen a la Coca Cola. Un golpe fuerte de sabor y burbujas y luego, el olvido. ¡Qué diferencia con las de Rohmer, con esa sutileza en la presentación de las ideas, con la puesta en escena, incluso qué diferencia entre el erotismo delicado de Rohmer y la zafiedad de las de hoy en día!
No sé quién me dijo que Rohmer era católico. Creo que es la única vez que me alegré de ello. En su religión está su poética, aunque no tengo pensado ir de misa en misa para conocerla mejor.

Les dejo algunas escenas:





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[0] Editado por Garven a las 8:00:00 | Todos los comentarios 222 comentarios // Año IV
17 enero 2010
Pamplona

La Iglesia de San Nicolás tiene entrada por la calle del mismo nombre y por el Paseo de Sarasate, y las arcadas de su galería se extienden por dos de sus lados. Desde allí contempló por primera vez el estado natural del homo sapiens un recién llegado al norte. El chaval caminaba en dirección hacia el Parque de la Taconera y había decidido entrar en el casco viejo porque a veces cambiaba su ruta, pero tuvo que detenerse cuando se vio rodeado por una multitud que entonaba un cántico más bien fúnebre alrededor de una bandera que aún no conocía y que se convirtió en poco tiempo en símbolo de una de las muchas cesiones incondicionales a una secta voraz y desbocada. Cantaban bien los reunidos, y con ánimo y cierto arrobo, que ahora le parece inducido por la fe y el alcohol, que a veces son la misma cosa. No entendía el propósito de aquello, pero le sorprendió el brusco cesar del himno y el griterío que comenzaba por la bocacalle de San Miguel, que acaba en el Paseo principal, y por donde una ola acompasada de caras desencajadas trataban de ganar a la carrera la salida hacia la calle de Tirajana y la placita que se forma en la entrada lateral de la Iglesia por la calle de su nombre. Pronto supo que había peligro, pues en varios grupos, de dos y de tres, la Policía Nacional, casco blanco ribeteado de negro y uniforme gris, porras levantadas, apretaba desde el nacimiento de la calle San Miguel. El crío estaba absorto y como aquello era un totum revolutum tuvo suerte de que un curita que recogía a algunos atolondrados le incluyera en la partida y le empujara muy rápido a la galería de la Iglesia. Allí se suponían seguros, ya que los grises se estaban empleando en empujar a los concentrados hacia la esquina donde había una vieja mercería, que iba a dar más allá a las calles Pozo Blanco y Comedias, ya muy cerca de la Plaza del Castillo. Le pudo entonces la curiosidad y esquivó la protección de la Santa Madre Iglesia, porque siguió los acontecimientos por la retaguardia de los uniformados. Así presenció el linchamiento de un policía que había quedado rezagado y aislado entre varios energúmenos que le pateaban el cráneo contra el esquinazo entre el muro del templo y la mercería. Había perdido el casco y su cabeza calva quedaba justo bajo la luz tenue de una farolillo que le permitía ver con nitidez los quiebros forzados de su tronco al reaccionar a los golpes de los matasiete que le retenían. Cuando la sangre empezó a manchar su uniforme dejó de interesarle el espectáculo, porque el rumor de la refriega cambió de tono y recobró intensidad, ya que los perseguidores formaban ahora una barrera que retrocedía ordenadamente conteniendo a los desarrapados manifestantes, que rodeados por los refuerzos que habían cerrado las vías de huida, regresaban ahora hacia la Iglesia. Le pareció lo más prudente volver a la galería, donde el curita le miró con gesto de reproche y alivio, sin decir nada, gesto que le decía que lo peor llegaba ahora y que menos mal que le tenía entre los suyos. Agarrado a la alta verja de hierro forjado se crispaban sus manos contemplando la batalla, el blandir de porras y el chocar de cuerpos, la torpeza de los más y la agilidad de pocos, los que gritaban con seguridad consignas en un idioma que no entendía, y la ira y el odio y el olor acre de la gasolina quemada chocando contra los escudos de los policías que empujaban por la cerrada vía de escape y la camioneta volcada y furiosamente ardiendo y el seco y restallante sonido de un disparo y la brecha en el muro del policías donde la ferretería Irigaray y la estampida última. Silencio luego y dos cuerpos en el suelo, uno recostado contra la esquina y el otro en medio de un charco de sangre, sin uniforme. Y la mirada furibunda de un agente dirigida al cura, pidiéndole razón de los que huyeron por su jurisdicción y la respuesta del sacerdote: "atrás, txakurra". El tono y el rictus le asustaron, tanto que ni siquiera le agradeció el amparo recibido y sólo acertó a entender que había llegado a una tierra muy insegura. Era el año de 1977. El Diario de Navarra decía al día siguiente, en página par y en un pequeño recuadro: "Se reproducen con alguna insistencia las algaradas en el Casco Viejo".

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[0] Editado por Dragut a las 9:00:00 | Todos los comentarios 211 comentarios // Año IV
16 enero 2010
Tal día como hoy

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[0] Editado por Dragut a las 9:00:00 | Todos los comentarios // Año IV
15 enero 2010
Fi y Bonacci
Un día, qtyop dijo Pi. Hoy yo les digo Fi. En los Elementos de Euclides, se dice que dos segmentos de recta de longitudes a y b están en relación armónica si:







Tratándose de una ecuación cuadrática, el sistema tiene evidentemente dos raíces posibles, sea a en función de b o a la inversa. Dichas raíces –tomando b en función de a- son:








De las dos raíces, una, la que es suma de los dos términos del numerador, es un valor positivo y, por tanto, euclidianamente representable como una dimensión lineal. La otra, la que es sustracción de ambos términos, no es representable en las mismas condiciones que la anterior, por ser de valor negativo. En realidad, la que nos interesa hoy y que suele ser la de referencia casi universal es la de valor positivo, la primera que he citado. Expresándolo de modo distinto al que he dicho antes, quedándonos sólo con la raíz positiva, obtenemos:







que es el número conocido como Φ y representado por su letra griega. Efectivamente, la relación armónica entre segmentos es tal que el mayor es Φ veces el menor. Esta relación es la que se conoce como sección áurea o numero de oro, de la que está trufada la historia del arte y la de las matemáticas, aparte de haber sido el soporte de las mayores estupideces esotéricas de la historia. La más reciente, la cagarruta “El código Da Vinci”, donde se estupra el número de oro a lo grande, con todo desparpajo y a la vista del público todo. A pesar de tales obscenidades, el número Φ es una creación finísima e intrigante, llena de delicadeza y potencia.

Copiando descaradamente a qtyop, les diré que así como Pi es número irracional trascendente –no se puede siquiera representar geométricamente con precisión absoluta-, Φ es menos retorcido y es sólo irracional, pero no trascendente y, por tanto, representable geométricamente con toda precisión. La construcción es muy sencilla. Si tomamos un rectángulo de lados a y 2a respectivamente, y prolongamos su diagonal una longitud a, la mitad de la suma de la diagonal más el segmento de longitud a nos da exactamente la dimensión Φ·a.



De esta manera se puede construir el rectángulo de proporción áurea, que es un patrón compositivo muy extendido en la historia del arte y hasta de la música. Pero no me voy a ocupar de tales asuntos, sino sólo de sus propiedades matemáticas, que tienen algo de mágico e incomprensible, y mucho de gran potencia práctica, lo que explica su mucho uso. Veremos que todo lo que se ordena en términos de Φ es muy fácilmente manejable. Empezando por lo más sencillo, si tomamos un rectángulo de proporción áurea, su área A será:





Es decir, el área del cuadrado por F. En realidad, esto no nos dice nada, porque esta última relación se cumple para cualquier número. Si ahora tomamos un volumen en que la base sea la anterior y la altura también a F, es evidente que dicho volumen vale:





Relación que vale para cualquier número también. Pero, en realidad, planteo lo anterior porque no es igual exactamente con cualquier número. Ahora nos es muy sencillo calcular potencias de cualquier valor, pero esto sólo sucede desde hace no más de veinte años. Antes no era así, sino que calcular potencias de números era muy costoso y, desde luego, muy poca gente sabía hacer tal cosa. Veamos que las potencias de Φ son de una sencillez pasmosa, que en realidad no es necesario calcular las potencias expresamente. Empecemos por la primera, el cuadrado, en realidad la segunda:








Por tanto, basta con saber sumar para calcular la segunda potencia de Φ. Pero conocido esto, las demás potencias se simplifican enormemente también, quedando como meras sumas:

















Por tanto, todas las potencias de Φ se pueden expresar como sumas de términos independientes y múltiplos del propio número. Más aún, los términos independientes y los coeficientes multiplicadores de Φ siguen dos series de Fibonacci (1,1,2,3,5,8,13,…), desfasado en un orden el término independiente respecto del coeficiente multiplicador. Esta serie es la que he notado como F(n), la serie de Φbonacci. Ésta se define como:






Por tanto, ordenadas las potencias de Φ, siquiera hace falta operar gran cosa. Como se comprueba en el listado anterior de potencias, basta con ir sumando en columnas los dos términos –el independiente y el coeficiente- que anteceden en potencia y obtenemos la lista completa de potencias, donde sólo necesitamos sumar y multiplicar, obviando la necesidad expresa de calcular potencias.

Pero no acaban ahí las propiedades. Precisamente por responder sus potencias a sumas de series de Fibonacci, la relación entre potencias sucesivas se rige por una razón constante, que es evidentemente Φ. Pero veamos:

O sea, que, por si fuera poco todo lo anterior, además:






¿No es hermoso? A mí me lo parece, y mucho. Y hay más, mucho más. Si alguien tiene interés en la cosa, hay un libro muy bonito, aparentemente esotérico, en realidad riguroso, escrito por un diplomático rumano de los años veinte del siglo XX, Matila Ghyka, que se llama “El número de oro”, donde encontrarán explicada toda la maravilla que se genera a partir de este número. Eso sí, si leen otras cosas, cuidado, que alrededor del número de oro se ha escrito la más variopinta y obscena literatura. Y digo literatura con la connotación de lo que se entiende por mera palabrería.

____________________________________________________________________



(*) No sé escribir ecuaciones aquí, y las he insertado como imágenes, que se ven unas mejor y otras peor. Pido excusas. Para otra vez, me quitaré los guantes de boxeo.







(Escrito por Dragut)

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[0] Editado por Dragut a las 8:00:00 | Todos los comentarios 185 comentarios // Año IV
14 enero 2010
Entrevista de Goslum a un abducido


Hemos quedado en una cafetería céntrica (las había laterales, pero hemos preferido una céntrica). Juan Aparicio y Desaparicio tendrá unos cuarenta años, metro setenta, mucha caspa y justo el cabello necesario para aposentarla. Tiene una mirada nerviosa y se fija en todo lo que le rodea, como si temiera la acometida de alguien agazapado y listo para saltar sobre él a la menor ocasión. Pide un refresco de limón sin pepitas y yo una tónica sin gas. El camarero dice que lo intentará.

GOSLUM: Así que asegura que lo secuestraron los extraterrestres, ¿verdad?
ABDUCIDO: Sí, señor, una vez.
GOSLUM: ¿Cómo fue?
ABDUCIDO: Yo salía de una discoteca. Era de madrugada y todo estaba oscuro. Hasta las farolas. Tuve miedo y temblé.
GOSLUM: Y no vio a la policía por ningún lado, ¿verdad? Dónde diablos están cuando se la necesita...
ABDUCIDO: Pues como le decía, de repente, sin mediar palabra, se me apareció un grupo de extraterrestres.
GOSLUM: ¿Cuántos?
ABDUCIDO: Ya le digo que estaba oscuro y eso me impedía contar con responsabilidad. Pero serían seis o doce, tal vez menos.
GOSLUM: ¿Le dijeron algo?
ABDUCIDO: Sí, de eso me acuerdo perfectamente porque la oscuridad me permite oír con bastante claridad. Uno de ellos me soltó: “Oye, tú, terrícola de mierda, no tan deprisa, no tan deprisa, que vamos a secuestrarte un momento.”
GOSLUM: Chulos…
ABDUCIDO: Para mí que iban borrachos…
GOSLUM: Gentuza…
ABDUCIDO: Y entonces, con esas manazas de extraterrestres que tienen los extraterrestres, me cogieron y me llevaron a un lugar apartado en donde tenían la nave.
GOSLUM: ¿Tardaron mucho en llegar?
ABDUCIDO: Nada, dos paradas de metro, un suspiro.
GOSLUM: Vaya.
ABDUCIDO: Aturdido, débil, hambriento, y con ganas de orinar, me metieron en la nave.
GOSLUM: ¿Había más humanos?
ABDUCIDO: No, no, no había humanos, sólo la señora de la limpieza.
GOSLUM: ¿Cómo era la nave?
ABDUCIDO: ¿Ha visto el plató en donde Pedro Piqueras hace el Telediario?
GOSLUM: No.
ABDUCIDO: Pues igual que el que usted nunca ha visto pero más grande.
GOSLUM: ¿Qué pasó allí dentro?
ABDUCIDO: Me desnudaron y me lavaron. Pusieron mucho interés en desalojar del interior de mi ano cualquier tipo de impureza. A continuación comencé a notar un tránsito ciertamente fluido por ese conducto, una especie de Camino de Santiago Extraterrestre gozoso y festivo.
GOSLUM: Lo describe usted con tanto realismo que es como si estuviera allí mismo mirando.
ABDUCIDO: Luego me implantaron algo en la cabeza.
GOSLUM: ¿Cómo supo que era en la cabeza?
ABDUCIDO: Bueno, el culo ya no lo notaba, así que debió ser en la cabeza.
GOSLUM: ¿Sintió dolor?
ABDUCIDO: No, no, sentí alivio.
GOSLUM: ¿Y luego qué pasó?
ABDUCIDO: Me ofrecieron un pitillo.
GOSLUM: Joder.
ABDUCIDO: A continuación perdí el conocimiento. Es todo lo que recuerdo de mi permanencia allí dentro.
GOSLUM: ¿No le dieron nada de comer?
ABDUCIDO: Me dijeron que si quería comer tendría que pagar un suplemento de cincuenta euros.
GOSLUM: Un robo.
ABDUCIDO: Eso mismo pensé yo. Así que me dejaron en la puerta de la nave y me dijeron: anda, terrícola de mierda, ya te puedes ir; y ahora ve contando por ahí que te hemos abducido y te hemos cosas anales que te van a creer...
GOSLUM: ¿Y cómo se siente ahora?
ABDUCIDO: Más humano.
GOSLUM: ¿Les guarda rencor?
ABDUCIDO: La verdad es que no había pensado en guardarles nada.
GOSLUM: Imagine por un instante que le estuvieran escuchando...
ABDUCIDO: Es posible, porque llevaban unas antenas de la hostia.
GOSLUM: Bueno, ¿qué les diría?
ABDUCIDO: Sobre todo que me devuelvan el Rolex, cabronazos.
(El camarero jamás llegó con la comanda.)

(Escrito por Goslum)

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[0] Editado por Bartleby a las 8:00:00 | Todos los comentarios 235 comentarios // Año IV
13 enero 2010
montano

Recordarán ustedes a montano, el del Nickjournal de Arcadi antecesor de éste, el que escribía su nick con minúscula de sillón involuntario de academia y comentario firme. Resulta que ha muerto hace poco y bien está rendirle merecido pero discreto homenaje, reservado como era y hubiera querido que se le hiciera. No soy partidario de necrológicas por ser lugar común donde se exhiben retóricas de saldo, cuando no refugio de plañideras o excusa de albaceas espontáneos para alzarse con la propiedad intelectual del difunto. Beatificarlo sería delito de solemnidad y baja traición; ignorarlo, de frivolidad.


Por otro lado, tampoco la muerte revela los secretos de la vida, así que sobra especular sobre ellos o desvelarlos si se conocen. Elogios y críticas ya le fueron hechos en vida y tampoco le hubiera hecho gracia mostrarlos aquí, sin que pudiera defenderse de los primeros y compartir las segundas.

El poder del recuerdo termina por ser mayor que la fuerza de la palabra, así que es mejor dejar que se expliquen otros: Chateaubriand habla en sus Memorias de ultratumba de ese “firme amor a la libertad que es el patrimonio principal de la aristocracia, [la cual] cuenta con tres épocas sucesivas: la época de la superioridad, la de los privilegios y la de las vanidades.” Vivir cuánto y cómo cada una de ellas es cosa de cada uno, sin tener por qué rendir cuentas.

Para evitar cualquiera de esas hipotecas sobre su memoria que hubiera supuesto hablar sobre su vida, esta entrada iba a consistir en una selección de sus comentarios pero no ha sido posible encontrarlos, así de feroz es el paso del tiempo. De modo que sirva esto como acto de complicidad y recordatorio de alguien que fue apreciado.

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[0] Editado por Bartleby a las 8:00:00 | Todos los comentarios 196 comentarios // Año IV
02 enero 2010
Cerrado temporalmente por cuarentena
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Actualización del 06/01/2010


No hay bien ni mal que cien años dure. La cuarentena no será demasiada al final.


El garito abre de nuevo el miércoles 13 de enero. De los corrientes, claro.

Sean entonces bienvenidos otra vez.


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[0] Editado por Dragut a las 9:00:00 | Todos los comentarios // Año IV