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28 febrero 2009
Historia del vino

La historia del vino es, fundamentalmente, la historia del tiempo: como cada uno de nosotros, el vino es hijo de sus horas. No sólo del tiempo que puede cuantificarse, etiquetarse y, desde luego, cobrarse. También, y fundamentalmente, del que transcurre antes de hacerse líquido: del tiempo en la viña. Desde que, para mitad de marzo, las cepas comienzan a llorar, hasta los últimos días de agosto: entre cinco y seis meses de vida. En el silencio de una mañana de abril, las espalderas de cencibel comienzan a abrir sus mariposas: los botones de algodón que parecen supurar de la recia madera de los pulgares desechan el capullo blanquecino que los recubre y, como en la metamorfosis de un insecto, aparecen las tiernísimas hojas de bordes rojizos. Una helada entonces, una sequía prolongada, un golpe de calor y todo se habrá perdido. Desde ese momento, la historia del cultivo es la de un constante peligro. La floración no será buena si la temperatura no es, exactamente, la apropiada; un año húmedo y templado, producirá oidio o, peor aún, mildiu, arrasando por completo la maduración de los racimos; un agosto excesivamente caluroso inhibirá la síntesis de antocianos y obtendremos un mosto carente de color, nada propicio para la vinificación y la crianza; las lluvias tardías conducirán a caldos de bajo grado y, si el calor no aprieta, a botritis innoble. Y, como no hay enología sin viticultura, en ninguno de estos casos (posibles, probables, inevitables) produciremos vino que se pueda denominar así. Al beber vino, estamos bebiendo tiempo, azar y necesidad: historia. Estaciones fermentadas.

(Fotos: Espaldera de cencibel. Finca Marisánchez en Abril y Noviembre)

(Escrito por Protactínio)


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27 febrero 2009
Los motorcitos

(Meditaciones diversas y algo de divagación a cargo de un par de mentes exploradoras del Inner Circle. Informe sobre el valor de los minusválidos)

La capacidad de mantener con vida y en mejor o peor estado a los miembros de una comunidad más débiles y/o envejecidos es a la vez causa y consecuencia de la riqueza social y saludable entramado de las relaciones humanas a diversos niveles. Y lo incluyo en las causas porque en mi opinión es uno de los motores motivacionales de gran parte de las decisiones tanto individuales como colectivas. No es lo mismo invertir en proyectos vitales o económicos a largo plazo (comprar terrenos, plantar olivos, construir una almazara…) con cierta confianza en que el resto de la familia cuide de uno llegado el momento de pasar los trastos (y le sean devueltos el esfuerzo y los cuidados aplicados), que ser conscientes de que, al convertirse en un individuo achacoso y dependiente, será expulsado del hogar por un hijo desafiante y nuevo amo de la hacienda

-Esta es una de las imágenes recurrentes en el imaginario y la narrativa populares, así como de la literatura culta, en todo el mundo. Los padres ancianos arrojados a las tinieblas exteriores por hijos de corazón cruel, condenados a la mendicidad y la muerte. La moraleja suele ser aviso en los relatos de las variantes “hijos castigados en un futuro por su avaricia y perversidad” o “(mal)cría cuervos que te sacarán los ojos, que los cuervos bien educados no son tan malvados”-

Claro que no siempre la minusvalía es la consecuencia de la edad o algún accidente. Parte de los “dependientes” nacen con el problema o lo desarrollan a temprana edad, antes de haber podido “invertir” en su futuro social. En estos casos, la posibilidad de ser mantenidos dentro de la sociedad (y no ser arrojados por el barranco más cercano) depende de una filosofía o paradigma más difuso, en parte apoyado en conceptos como Caridad, Compasión, Piedad…

-… que no necesariamente son del ámbito cultural cristiano, pues se encuentran tanto en sistemas religiosos de todo tipo como en los puramente éticos como el taoísmo-

Podemos deducir que el esfuerzo que un pequeño grupo de agricultores del Neolítico Superior tuvo que hacer para mantener con vida a sus enfermos de espina bífida, escoliosis congénita y otras patologías (yacimiento de Loisy-en-Brie), o tribus de cazadores-recolectores que patrullaban la Europa paleolítica (El tipo del flemón de Atapuerca), fue enorme, y sin embargo los individuos afectados sobrevivieron un tiempo bastante largo para aquella época (a pesar de los evidentes problemas de inmovilidad, incontinencia, etc que sufrirían). Eso además de cuidar de los viejos desdentados a los cuales había que masticar la comida para alimentarlos, los artríticos, los de huesos mal soldados, los discapacitados psíquicos…. Tal vez en un primer nivel la lógica de un contrato social tácito de protección del más débil haya tenido una gran importancia: si el grupo se compromete a cuidar hasta su muerte de un inválido que consume grandes recursos, con mayor lógica cuidaría de un miembro menos afectado o solo de manera temporal (por ejemplo una pierna rota). Solo en casos desesperados se sacrificará a los más dependientes, y en un orden que combine la dificultad del mantenimiento, los beneficios de su presencia y la posibilidad de repuesto. Así, las sociedades han eliminado de manera más o menos evidente los extremos de la campana de Gauss poblacional en épocas de crisis, empezando por los percentiles más lejanos

- una anciana ciega y demenciada de 80 años es tan desvalida como un recién nacido, y este último, aunque fácil de reponer a los 11-13 meses con un nuevo embarazo, conlleva un riesgo de muerte puerperal de la madre y quizás asociadamente de los otros hijos que ella cuida-

Las culturas que han recurrido a la eugenesia, analizadas con cuidado, son culturas que sobreviven (o sobrevivían) al límite de la supervivencia diaria, sin margen de maniobra, en examen continuo de sus individuos sin que puedan permitirse un fallo. No hay reservas, no hay beneficios ni plusvalías energéticas, el entorno es hostil hasta convertirse en un infierno diario. Todo aquel incapaz de mantenerse a sí mismo o a su recambio durante un tiempo razonable es invitado a la “autoliquidación”. Así elaboraron sus normas sociales los japoneses del norte, los inuits, los indios norteamericanos… todos grupos humanos que aguantan como pueden en desiertos de arena o de hielo, en islas con dos dedos de tierra no muy fértil o en praderas abrasadas por la sequía más o menos permanente. El ejemplo de los espartanos es un clásico, y efectivamente, Esparta era una ciudad-estado pobre hasta la caricatura. Todas ellas fueron sustituidas por culturas más extensas (mejores redes comerciales y sociales, capaces de importar alimentos y pagar el gasto), desaparecieron o quedaron fosilizadas en un punto determinado de evolución

-En los enterramientos levantinos y pre-fenicios se han hallado los restos de mujeres con sus bebés en brazos. En estos asentamientos, basados en pequeños grupos familiares sin mucha conexión entre ellos, si una mujer muere, nadie está disponible en su red social para amamantar o cuidar a su hijo, y los supervivientes lo sacrifican antes de que muera por falta de cuidados. Incluso se han hallado restos de hombres con la criatura en brazos y un recipiente similar a un biberón: la única esperanza del niño, un hombre sustituto de su madre, muere, y todo acaba.

Estas sociedades quedan detenidas en su desarrollo, no pueden producir el suficiente superávit, y pierden la plusvalía de mantener a sus dependientes. No solo se evita invertir en el futuro (no tiene sentido si no se va a disfrutar) sino que las redes sociales se debilitan, no hay intercambio de favores. Además, otras ventajas (los reservorios de conocimiento y experiencia de los ancianos, su trabajo vigilando o haciendo pequeñas tareas enriquecedoras del hogar…) se pierden, con lo cual la sociedad está descapitalizada en el terreno intelectual. A su vez, el cuidado de estas personas da una utilidad social a sus cuidadores (muchas veces personas simplemente en un grado menor de dependencia), refuerza la organización colectiva y motiva a la sociedad para investigar en áreas como la medicina (si no curativa al menos paliativa) y la tecnología (desarrollo de materiales, aparatos y dispositivos que hagan más fácil la vida a los no-absolutamente-perfectos). Y lo que es bueno para el abuelito también es bueno para el hijo o el nieto

No, los viejos y los minusválidos no son inútiles para la sociedad. Son sus reumáticos motorcitos, que mueven palancas y ruedas para que las cosas avancen poco a poco (pero sin detenerse).

(Escrito por Mandarin Goose)

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26 febrero 2009
Holmes, mi amigo el ingeniero y yo

No estaba en ninguna caja de seguridad del banco Cox and Co., de Charing Cross, sino polvoriento y olvidado encima de mis vinilos. Y, claro, no se trata de una travel-worn and battered tin dispatch-box with my name sino de un viejo portátil Toshiba Satellite. Acuciado por la necesidad de recuperar una base de datos bibliográfica que cierto error estúpido ha eliminado de mi actual ordenador, volví a encender el viejo, rechoncho y gris Toshiba. Funcionó a la primera. Su Windows 95, aunque casi a pedal, me rindió rápidamente su contenido. Y, amén de la buscada base de datos, encontré una carpeta que creía perdida: Holmes se llama. Contiene, en inglés original, todo el canon holmesiano (56 relatos breves y cuatro novelas cortas) en formato Word, múltiples ensayos, pastiches y secuelas de la obra conandoyliana, una carpeta con fotografías de portadas y dibujos de “Los bailarines”, mi colección de casi 1200 (sí: mil doscientas) fichas de referencias sobre la obra y, sobre todo, mi ensayo “Clasificación digital de los 56 relatos del canon. Un sistema binario de ocho preguntas” que algún día publicaré en la revista de los Irregulares de Baker Street que edita la sociedad holmesiana de Hanover, Pennsylvania. Sin embargo, antes de que esto suceda y en total primicia, les haré a ustedes partícipes de mi sin par descubrimiento.

La idea de clasificar los 56 relatos holmesianos me la dio, sin querer, un amigo al cual recomendé su lectura. Pareció no gustarle demasiado y, al devolverme los cinco libritos, me espetó:
–No están mal… pero son todos iguales.
¿Iguales? ¿Dijo, exactamente, iguales? Sí. Y yo, claro, me lo tomé, casi, como una afrenta personal. Vale que mi amigo es ingeniero (de una ingeniería de las llamadas blandas) y carece de imaginación. Pero ni eso era excusa: mi deber era demostrarle (sí: demostrarle) la falacia de su denigrante afirmación. Y me puse a ello. Se trataba de generar una serie de n preguntas sobre cada relato a las cuales se pudiese responder con un o un no. Luego, cada se computaría con un 1 y cada no con un cero. De tal forma, cada relato tendría un código binario de n dígitos que, luego, podría transformarse fácilmente en un número decimal. ¿Aparecerían 56 números diferentes? La primera decisión a tomar era la del número y carácter de las preguntas. Hay rasgos comunes en muchos relatos de Holmes. Por ejemplo, la presencia de animales; las referencias a un pasado oscuro, turbulento, escondido, son también frecuentes. No en todos hay un asesinato. En muchos de ellos, la policía oficial no interviene. Así, se me ocurrió que las siguientes preguntas podrían valer:

(1) ¿Hay algún muerto?
(2) ¿Se utiliza el tren?
(3) ¿Hay algún personaje extranjero de relevancia?
(4) ¿Hay referencias a las colonias (o excolonias) del Imperio Británico?
(5) ¿Juega la fauna algún papel de interés?
(6) ¿Está presente el turbio pasado de algún protagonista?
(7) ¿Se desarrolla integramente en Londres?
(8) ¿Interviene la policía “oficial”?

Con estas ocho sencillas (y nada matizables) cuestiones, me puse a ello. Relato por relato. Iba poniendo, en mi hoja Excel, ceros o unos según fuese el caso. Por ejemplo, en el relato “El hombre del labio torcido”, que aparece en “Las aventuras de Sherlock Holmes”, contesté con un no a siete de las ocho preguntas. Sólo fue afirmativa la respuesta a la última pregunta, ya que interviene Scotland Yard. Por lo tanto, su código era 00000001 o, en decimal, 1. Al contrario, la “Aventura del Colegio Priory” (El retorno de Sherlock Holmes) tuvo un código binario 11111100, que corresponde al 252 decimal. Así las cosas, resulta que ninguno (¡ninguno!) de los 56 relatos repite número de referencia. Es decir: con esas ocho preguntas en la mano, son todos distintos.

Cuando, orgullosamente, envié a mi amigo la hoja Excel, éste me e-contestó: ¡Qué poco tenéis que hacer los químicos en esta Universidad! Y eso que, sin embargo, os lleváis casi todos los laureles. Que San Isidro te proteja, mi agnóstico amigo. Estás a un paso de la locura. ¿Será verdad?

(Escrito por Protactínio)

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25 febrero 2009
Estado de crisis
En los días que corren, no debería hablarse de otra cosa sino de esta crisis económica que amenaza con llevarse por delante mucho de lo que hemos construido en los últimos treinta años, no solo ciertamente con nuestro esfuerzo, sino con la ayuda indispensable y magnánima de la Unión Europea.





















¿Cómo están viviendo la crisis los distintos estamentos?

Los políticos siguen en sus cosas, poniendo así de manifiesto lo mucho que están apartados, a su pesar, de las preocupaciones de los españoles. En cuanto que se ha puesto dramáticamente de manifiesto que no hay riqueza que repartir, muchos ardores regionalistas y separatistas se han apagado. Lo que preocupa en estos días a los políticos son sus elecciones, sus cacerías, sus propios problemas. Como siempre.

Los medios de comunicación, principalmente los de la prensa escrita y virtual, están cumpliendo bien con su obligación de tenernos razonablemente informados de la marcha de la crisis. Y es que, al fin y al cabo, le llueven desde ella noticiones que les caen como agua de mayo.

Los banqueros van capeando como pueden su tormenta particular. Encerrados en su concha, sin saber todavía si esos modestos torbellinos que empiezan a ver van a llegar a convertirse en tornados arrasadores, se preparan para digerir la gigantesca cantidad de capital poco líquido que adquieren a la fuerza, porque muy sólido es ese inmenso montón de ladrillos que se les está derrumbando encima. En cuanto a las Cajas, se mantienen en vanguardia de esta flota financiera en peligro, con el despiadado riesgo de cebollazo en sus mismísimas narices.

Respecto a los empresarios, ahora más que nunca su salud va por sectores. El de la construcción casi está naufragado, en todos sus tamaños. El de la automecánica, ahogándose. El de las telecomunicaciones, saludable. Unos padecen más y otros menos. Los pequeños empresarios, casi todos ellos, vengan de donde vengan, medio muertos de sed por la pertinaz sequía crediticia.

La calle está extrañamente tristona. Aunque se nota la falta de camiones en las autopistas y las circunvalaciones de las grandes ciudades, los coches no cejan en su ir y venir, ya que la gente no para de correr y currar, notándose también lo mucho que los precios del combustible han bajado. El español medio permanece expectante, pues todavía no se ha producido un descenso alarmante del dinero disponible, aunque los nubarrones se ven venir. El paro aumenta y los correspondientes subsidios no durarán para siempre. Muchos trabajadores y sus familias están sufriendo ya la angustia y las necesidades del desempleo. Afortunadamente para el conjunto del país, los numerosísimos funcionarios y jubilados de todos los pelajes seguirán cobrando, lo que dará un impulso indispensable al necesario consumo. El estado tendrá que endeudarse, eso sí, pero las trampas las pagarán nuestros nietos, si Dios lo quiere, que en moruno se dice Inchallah.

Los expertos, por último, han llegado a describir con razonable precisión mucho de lo que ha pasado y algo de lo que está pasando, pero aparentan no tener ni idea de lo que puede llegar a pasar, es decir, de lo único que del ominoso futuro nos importa: quién, cómo y cuándo va a salvarnos, si ello es posible.

¿Qué etapas son obligadas en un camino de solución?

La gente de a pie es mucho menos sabia que los expertos, pero no carece de sentido común. Sabe que hay cosas que tienen que pasar, porque si no lo hacen la crisis no se acabará jamás. Al decir “tienen” significo que es necesario que pasen, aunque probablemente no sea suficiente. Pero esta necesidad obliga a que nos fijemos en ellas con mucha atención. Desde mi perspectiva de currito callejero, estas cosas son tres:

1).-
Tiene que haber un liderazgo político fuerte.

Porque la gravedad actual y potencial de la situación exige tomar medidas difíciles y a la vez convencer a la gente de su bondad. Pero como los líderes carismáticos no se llevan ya en nuestros tiempos postpostmodernos, ese liderazgo fuerte solo puede ser corporativo. A nivel político, hace falta un gobierno de concentración nacional o algo que se le parezca mucho, en el que todos los partidos de cierta relevancia se mojen. También unos pactos de estado con las autonomías para que éstas hagan juntas toda la patria que va a hacernos falta. A nivel social, cada día parece más necesaria una reedición de los Pactos de la Moncloa.

Para que lo anterior sea posible, el PSOE y ZP tienen que dejar de pensar que la crisis desborda las posibilidades de España, porque es una crisis mundial que solo pasará cuando los muy grandes, USA, UE, China, consigan enderezar sus rumbos. También tienen que dejar de creer que las posibilidades de actuación interna del gobierno de una España casi confederalizada son muy escasas. Estas son su espada y su pared, que los llevan a la cuasi inacción de una política de parcheo. Pero la espada, y la pared que es burladero, lo que definen es un ruedo en el que hay que torear con valentía.

Ante la mezcla de dejación en el poder del gobierno actual, al PP parece que no le queda sino clamar en el desierto. Pero este clamor podría tener al menos el valor de la sinceridad, ser más jeremíaco, lo que desgraciadamente no es el caso, pues el PP apunta hacia medidas muy generales para resolver la crisis, pero no acaba de mojarse: de la reducción de impuestos sí se atreve a hablar, pero no del abaratamiento del despido. Ha tenido que ser el gobernador del Banco de España, un socialista, quien apunte hacia esta medida, tan necesaria precisamente para que el empleo no se destruya, una cuestión de simple aritmética.

Todos los demás, destacando los partidos nacionalistas y regionalistas, quizá con la excepción de CiU, se están limitando a esperar que escampe, calladitos, eso sí, que cuando no hay perol que rebañar más vale no dar gritos. Pues también tendrán que mojarse.

2).-
Tiene que venderse el parque de viviendas nuevas y vacías.

Ese más de un millón de viviendas acabadas que no se vende, cuando valorado por lo bajo, a 120.000 euros la unidad, representa un capital de más de 120.000 millones de euros, cifra gigantesca para las dimensiones españolas, importantísima riqueza que tenemos ahí pero que está inmovilizada en forma de ladrillos. No se puede poner en circulación porque no se puede vender porque no hay compradores no porque falte demanda sino porque no hay crédito porque la banca está de alguna manera contra la pared.

El anterior es un esquema perfecto para convertirse en gigantesco círculo vicioso, ya que una parte importante y creciente de ese parque inutilizado de viviendas nuevas va estando en manos de la banca. Para poder venderlo, es decir, para convertirlo en ese dinero que tan necesario es para mover todo nuestro sistema económico, tendrá que bajar sus precios de venta. Eso lo sabemos todos, y mucha gente no compra esperando a que bajen más, lo que genera otro posible círculo vicioso. Los bancos se resisten a vender por el efecto que esta depreciación puede tener en sus balances. ¿Para cuándo medidas jurídicas y fiscales que disminuyan la magnitud del porretazo? Directivas del Banco de España, una ley de actualización de balances de los bancos, qué sé yo. Porque en estos temas me pierdo, pero me parece que el gobierno y el Banco de España podrían hacer algo más que lo que de momento están haciendo.

Para los pisos que no puedan venderse, la potenciación del alquiler sería una solución. Pero no hay suficiente seguridad jurídica en los contenciosos que puedan surgir con los arrendatarios, ahí está para demostrarlo la enorme cantidad de pisos con propietario y vacíos. Esto no es solo por las leyes existentes, sino porque la justicia española no funciona bien, no es lo suficientemente ágil, lo que resulta en que la gente le tema a los pleitos, una muestra más de que uno de los problemas más inquietantes que padecemos en España, anterior por cierto a la crisis, es la falta de un sistema judicial eficaz, sin el que no puede haber ni estado de derecho ni economía dinámica. Pero ya vemos lo que sigue pasando con la justicia en España. ¿Para cuándo la solución? ¿Para cuándo también una ley de Arrendamientos Urbanos nueva, que facilite poner este gigantesco sistema en movimiento? Estos son problemas importantes a los que pueden y deben meterle mano el gobierno y los legisladores.

3).-
Tiene que recuperarse la fluidez del crédito.

Si vemos el sistema económico español como el autobús que nos lleva, el sistema financiero es su lubricación y refrigeración, que no fluye bien, con lo que el motor se calienta y el autobús tiene que pararse. ¿Qué nos está fallando, el aceite que engrasa y refrigera, que son nuestros bancos, o el agua que enfría el aceite y que es el dinero que fluye desde los ahorradores nacionales y extranjeros? Parece que lo que desencadenó la crisis fue la falta del agua que nos habían prestado los alemanes, pero luego han aflorado nuestras propias debilidades y todo el sistema se ha ido desmoñando.

Para que el crédito pueda fluir de nuevo, bancos y cajas tienen que resolver sus problemas más acuciantes, entre los que destacan: pagar las deudas contraídas con prestatarios internacionales, deshacerse de los inmovilizados que les han llegado desde las constructoras quebradas y asegurarse de que sus clientes morosos, detentadores de hipotecas concedidas en los últimos años, no van a aumentar por encima de un cierto límite. Ardua tarea, que difícilmente van a poder resolver por sí solos, como ya se está demostrando. Para pagar sus deudas con los bancos extranjeros ya los está ayudando el estado, y en cuanto al problema del parque de viviendas lo he tratado en el punto (2). Pero ¿qué hacer con la multitud de pequeños morosos, que como dejemos que la crisis se ahonde pueden convertir nuestro sistema financiero en el camarote de aquellos proféticos hermanos Marx de “Una noche en la ópera”? Pues aquí el estado tiene que hacer dos cosas indispensables: pagar sus deudas con los particulares y apretarse el cinturón en el gasto público, lo primero es imposible sin lo segundo. Y cuando digo el estado no me refiero tan solo al gobierno, sino también a las autonomías y los ayuntamientos. Esta es una tarea complicada, que no puede culminar mañana sino que necesita algunos años, pero que tiene que iniciarse ya, es decir, ya ya, lo que no da la impresión de que se haya hecho. Es una tarea para el gobierno nacional, los gobiernos autonómicos y los ayuntamientos.

Ese listado de las tres cosas que tienen que pasar antes de que la crisis empiece a despejarse no es estratégico, sino táctico, no es para pasado mañana, sino para anteayer. Obliga a todos los españoles, empezando por los políticos y los banqueros, a arremangarse y mirar solamente hacia lo hondo del fregadero, a ese agua grisácea y grasosa en la que flotan muchos platos rotos.

Luego queda un montón de batallas más importantes aunque menos urgentes: definir de una vez el modelo energético, aprender a competir en los irreversibles mercados globalizados, construir entre todos la marca España, lo que pasa por la unidad del mercado interior, montar de una vez el sistema educativo que necesitarán nuestros nietos, apoyar de verdad a los muy jóvenes, potenciar la movilidad social y geográfica dentro de España, atreverse algún día a retocar la Constitución, recuperar la fidelidad a la palabra dada, y muchas más. Quizá algún día, hasta puede que no muy lejano, renunciar a los grandes partidos políticos que enfrascados en sus pulsos constantes nos llevan a elecciones con frustrantes cuasiempates, esos partitócratas que dificultando la alternancia política pueden ser, sin quererlo, los mayores enemigos de una democracia estable.

En fin, dicho todo lo dicho, está claro que el que se aburra es un traidor.

(Escrito por Olo)

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[0] Editado por Bartleby a las 8:00:00 | Todos los comentarios 378 comentarios // Año IV
24 febrero 2009
Ficciones cartográficas
En los principios del siglo XX Europa era un polvorín destinado a estallar. Los Balcanes y el Mediterráneo Oriental conformaban uno de los escenarios más inquietantes.

Ante este estado de cosas, la siempre previsora marina de su majestad británica, la más poderosa marina del momento, llevó a cabo una importante renovación de la cartografía de la zona.

En el Egeo, el HMS Hood, al mando del capitán Alvin C. Corry, navega por la bahía de Mudros, en la isla de Lemnos, de población griega y dominio turco. En el suroeste se divisan algunas colinas, cuya relevancia militar se me escapa. En todo caso, están allí, así que Corry manda a su navigating officer, el joven teniente Lockyer, Hughes Campbell Lockyer, apodado Tubby, para que visite el lugar y cartografíe y nombre aquellas colinas.
Este teniente Lockyer no era, ni fue, exactamente un don nadie. Por el contrario, era hijo del eminente astrónomo Sir Joseph Norman Lockyer, uno de los primeros investigadores de las manchas solares, descubridor, por así decirlo, del helio, cuyo apellido sirve de nombre a algún cráter lunar.

Andando el tiempo, el teniente llegó a capitán y al mando del Implacable, nadie como los británicos para dar nombre a los barcos, intervino con cierta relevancia en Gallipoli.

Tampoco cabe pensar que al teniente la cartografía le diera igual, porque son varias las cartas que llevan su nombre, lo que indica que el tipo conocía su trabajo.

Por tanto, la única explicación para lo sucedido es que entre capitán y teniente hubiera algún resquemor, algo que también aparece, según los expertos, en las cartas que el teniente remitía a su padre, si bien también se ha insinuado que es probable que todo el problema fuera que hacía demasiado calor para ir a escalar colinas en Grecia.

En todo caso, Lockyer fue a la isla con sus útiles y a la vuelta situó las colinas en el mapa y dio sus nombres: Yam Hill, Yrroc Hill, Eb Hill y Denmad Hill, de oeste a este. Parece ser que no había nadie a bordo que supiera algo de griego, lo que pudo ayudar a que los nombres colaran como buenos.

Sea como fuere, así se publicaron en la Carta Náutica del Almirantazgo de 1920 y así se mantuvieron hasta que a alguien se le ocurrió leer los nombres de derecha a izquierda: May Corry Be Damned, Maldito sea Corry.

(Escrito por Schultz)

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[0] Editado por Mercutio a las 8:00:00 | Todos los comentarios 234 comentarios // Año IV
23 febrero 2009
El cuento del tío y otros cuentos

CS cuenta que DFW imaginaba que en el futuro los años serían auspiciados por las empresas: el año del coche, el año del sujetador, el año del preservativo. A ver cuál sería la marca que se atreviese a auspiciar este annus que ya es horribilis porque así se lo anuncia.

Los chinos aciertan asociando cada año con un animal. No llevan su razonamiento, sin embargo, hasta el rabo, y esto es que deberían, andando el año, adjetivar a la bestia. 2008 fue el año de la Rata, la que abandonó el barco, la que trajo la peste, la que se cebó con los pies de los viejos y los lactantes. De la Rata que pasó su rabo pelado por el cuello de la doncella. 2009 será el año del Buey castrado, del Buey redundante. Pero en 2010, oímos, todo esto se compone. 2010, el año del Tigre.

Chimerica

O Chinusa, o los Estados Uchinos. NF y MS explican la crisis por la relación simbiótica que se ha ido estableciendo entre las economías china y norteamericana en las últimas décadas. En conjunto, ambos países representan algo más de un décimo de la superficie del planeta, un cuarto de su población, un tercio del PIB mundial y la mitad del crecimiento económico. China produce, cobra barato por lo que vende y gran parte de lo que gana lo ahorra. Norteamérica hace el resto, es decir que consume y se endeuda. La crisis estaba cantada, pero la milonga que sonaba era otra.

El almanaque

Antes, el lector se iba a la cama con la sensación que le dejaba el mundo tras la lectura de la última edición del periódico, la vespertina. En cuanto despertaba, al día siguiente, se desayunaba con la primera edición del periódico, la que venía a corregir esa sensación o a hacerla más pronunciada. Hoy, el diario digital por la noche es igual o casi igual al diario digital de la mañana. Ni uno ni otro reservan sorpresas porque todo es una sorpresa permanente, lo que significa que las sorpresas ya casi no existen, entre otras cosas porque los sondeos ya las han previsto.


‘Sólo le pido a Dios poder leer mi diario favorito con un mes de anticipación’, escribía por esos entonces el joven Claroscuro en una carta al Director del periódico más viejo del Nuevo Mundo. Su anhelo está cumplido. El diario de hoy y el que se publicará dentro de un mes ya son el mismo diario. Porque el diario es un almanaque, un registro inmóvil de astros y de camellos que giran a la velocidad de la luz.


Salvo cuando chocan dos submarinos nucleares (frente a las costas de España). Entonces el viento cambia de dirección y la noticia aparece con un mes de retraso.

Los porcentajes

Sólo comprendemos un 4% del universo, me dice mi amigo, que es de ciencias. No te preocupes, replico, para entender el otro 96% leo el diario. Y para el resto, Nickjournalarcardiano.

La milonga

La diferencia entre la narración y la información está en que la primera se limita a exponer una secuencia de hechos, mientras que la segunda intenta, además, explicarlos, decía WB hace más de medio siglo. Pues bien, de entonces ahora, imitando al cine, a la publicidad, a la historieta, los diarios cuentan historias que vienen con la explicación incorporada. Como en la Caperucita roja, quiero decir. Que se entiende a la primera. El diario del futuro se llama ya ‘No comment’.

Y la moraleja (por fin)

Mi tío Pepe me contaba esta historia: En un reino lejano vivía un Rey al que le faltaba una oreja. El Rey escondía su defecto detrás de aparatosos peinados y tocados. Un día, mientras se melenaba en la intimidad de su tocador, su paje se percató del detalle. El Rey no tardó en amenazarlo: si lo cuentas, te corto las dos orejas. El paje guardó silencio como pudo, pero era de natural extravertido y el secreto le pesaba en el alma y en el buche. Así es como fue al campo, cavó un agujero, gritó dentro con todas sus fuerzas ‘El Rey es un desorejado’ y cubrió el hoyo con tierra. Pasaron los años, en el lugar creció un cañaveral y un grupo de niños que por ahí paseaba cortó unas cuantas cañas para hacer unas flautas. Justamente era ése un día de fiesta y el pueblo estaba reunido frente a Palacio. En cuanto asomó el Rey, los niños comenzaron a soplar alegremente las flautas. ‘El Rey es un desorejado, el Rey es un desorejado’, cantaban éstas.

La moraleja también se entiende a la primera: el engaño no puede ser eterno, la mentira tiene fecha de caducidad. Y, sin embargo, con igual ingenuidad se puede afirmar lo contrario: que no hay tu tía, que la milonga la bailamos todos. Pues eso, a bailar entonces, que hoy es lunes de Carnaval.

CS: Christian Salmon
DFW: David Foster Wallace
NF: Niall Ferguson
MJ: Moritz Schularick
NN: El fotógrafo

(Escrito por Josepepe)

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[0] Editado por Bartleby a las 8:00:00 | Todos los comentarios 286 comentarios // Año IV
22 febrero 2009
Un viaje circular por Los Llanos (Bolivia)
Las peripecias de mi primer viaje en Bolivia como consultor en el Estudio Integral del Transporte, el que hice al Departamento de Pando, cuya capital es Cobija, ya las he contado aquí. El segundo lo hice al Departamento de Santa Cruz, el más extenso del país con sus 370.000 Km2 de extensión y más de un millón y medio de habitantes en la actualidad. Limita al norte con el Departamento de Beni y con Brasil; al este, también con Brasil; al sur, con Paraguay y el Departamento de Chuquisaca, y al oeste con los departamentos de Chuquisasa, Cochabamba y de nuevo Beni. La riqueza actual de Santa Cruz se basa en los ricos yacimientos petrolíferos situados en los sureños llanos de Chiquitos, entre la capital, Santa Cruz de la Sierra, y Camiri, ciudad próxima al escenario de la guerrilla del Che durante los años sesenta.Como se sabe, el primer viaje lo hice en avión. Este viaje sí parecía posible hacerlo por tierra, sobre todo si elegíamos la época seca, porque, como sostenía con firmeza mi contraparte, si bien los caminos eran malos, podían ser transitados sin grandes problemas con movilidades de doble tracción o todoterreno. Fue él quien se encargó de solicitar un Toyota al jefe boliviano de la oficina del estudio, del avituallamiento de alimentos y combustible y de la provisión de viáticos para cubrir las necesidades de una semana estimada de viaje a la ciudad de San Matías, en la frontera oriental con Brasil, ya en las zonas pantanosas del río Paraguay. La comitiva estaba compuesta por cinco personas, mi contraparte, su sobrino, el chofer, mi compañera y yo. Un lunes de madrugada abordamos el vehículo y enfilamos el camino de tierra que descendía hacia el sureste y unía la ciudad de La Paz con la ciudad de Cochabamba, capital del Departamento de su nombre, atravesando una sucesión interminable de altiplanos, esos áridos y fríos valles andinos situados entre los dos mil y los tres mil metros de altitud, sin ríos apreciables y enteramente rodeados de lejanas cadenas montañosas. No recuerdo lo que tardamos en llegar a Cochabamba, pero creo que ya caía la tarde porque, estando a una latitud de 17º de l. s., los rayos del sol no tardan en caer de forma un tanto repentina. Pernoctamos en Cochabamba, ciudad de clima amable que nada tiene que ver con el frío, seco e inhóspito de La Paz. De Cochabamba dicen los bolivianos que vende la clima, tan grato es, sobre todo en un país en el que se puede pasar del pegajoso calor tropical al frío inmisericorde de la alta montaña. Cenamos en una de esas famosas quintas que tanto abundan en Cochabamba cuyo nombre no he olvidado porque se llamaba Guadalquivir, como el río de mi niñez. Cochabamba es una ciudad jardín.

A la madrugada siguiente proseguimos viaje, ahora hacia Santa Cruz de la Sierra. El camino seguía bajando de un modo a veces muy brusco en busca de los Llanos orientales. Al pasar cerca del Chapare, una comarca andina de la sierra de Cochabamba de altitud media y limítrofe con el Departamento de Santa Cruz, cuyo clima y suelo son especialmente apropiados para el cultivo de la coca, como había llovido recientemente contra todo pronóstico, el camino estaba muy embarrado. La circulación empezó a ser dificultosa y llegó un momento en que no fue posible seguir. Las ruedas de la movilidad giraban como locas levantando ráfagas de barro, pero sin avanzar un milímetro. Gracias a la ayuda de un enorme camión pudimos salvar el tramo más conflictivo. Al caer la tarde llegamos a la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Hoy tiene poco menos de un millón de habitantes pero entonces solo superaba en algo los doscientos mil. Habíamos descendido desde los 3.700 metros de altitud de La Paz a los poco más de 300 de Santa Cruz. Estábamos en el trópico y el calor húmedo se pegaba a la piel de forma insistente. Buscamos hotel y, cuando lo encontramos, en él nos dimos al descanso después de cenar un filete a la brasa de carne de pejichi, ese armadillo de gran tamaño entonces abundante en las zonas boscosas amazónicas (no me extrañaría que hoy se encuentre extinguido o casi como consecuencia de la sobrecaza que viene sufriendo) cuyo caparazón es o era utilizado para la construcción de charangos, el instrumento de cuerdas característico de los pueblos andinos. Habíamos abandonado la patria de los collas y estábamos en plenos dominios de los cambas, dos pueblos mal avenidos que siguen conviviendo a trancas y barrancas y que, cada vez más conflictivamente, comparten la extensa y pobre nación boliviana sin que nadie se atreva a pronosticar cuando se irá cada uno por su lado.

Antes de seguir viaje la madrugada siguiente, ahora hacia el norte, cargamos de combustible el depósito de la movilidad y llenamos un bidón de cien litros que llevábamos a bordo sin el que no es aconsejable viajar por un territorio donde pueden acontecer toda clase de imprevistos y en el que, entre otras cosas, puede no haber manera de repostar. En la tienda donde nos avituallamos estuve tentado de comprar un machete o catana, como los que usan los cultivadores de caña de azúcar, y que también sirve para chaquear la intrincada selva tropical si hay que penetrar en ella. No lo hice y pocos días después lo tuve que lamentar.

De Santa Cruz de la Sierra llegamos a Warnes y más tarde a Montero, siempre por el camino que transcurre por la arenosa margen derecha del río Grande, un río que todos los años se da el capricho de cambiar de cauce cuando se recoge después de las lluvias, dejando lagos ribereños que fueron cauce algunos años antes. Toda la zona estaba deforestada desde hacía algunas décadas para poder dedicar enormes superficies planas al cultivo de soja, maíz, caña de azúcar y mandioca. Fue la consecuencia dramática de la errada política de sustitución de importaciones que habían adoptado los mal aconsejados gobiernos de turno. Eran, sí, suelos muy fértiles gracias al aporte milenario de materia orgánica procedente de la vegetación tropical. Pero las riadas periódicas y sus efectos devastadores en un suelo desprotegido de su vegetación natural se llevaron los humus y los rendimientos cayeron año tras año, el medioambiente se degradó sin recuperación posible y, para más inri, los costes de los cultivos introducidos superaron los precios de importación. Así estaban las cosas a fines de los años setenta. La política de sustitución de importaciones significó pan de momento, hambre para un largo futuro y destrucción de los recursos naturales para un futuro incierto. Todo de una tacada.A las pocas horas de viaje caímos en uno de los numeroso curichis o charcos pantanosos que abundaban en el camino. Más que un charco aquel era casi un pozo, tal era su profundidad imprevisible. La movilidad quedó inmovilizada en su interior tan pronto como penetró en él y no éramos a sacarla. Los viajeros tuvimos que salir chapoteando agua terrosa y con cara de circunstancia penosa ante la incidencia. Pero la providencia quiso que cerca hubiera una cuadrilla de obreros con una excavadora, nos auxiliaron y con su ayuda pudimos salvar el obstáculo con una facilidad que no éramos a creer momentos antes.

Desde entonces decidimos que antes de cruzar un curichi convenía inspeccionar su profundidad, una operación que me encargué personalmente de realizar. Cada vez que veíamos uno a nuestro frente, bajaba y me metía en el agua pateando aquí y allá para saber si se podía cruzar y evitar por todos los medios que nos ocurriera un percance como el que habíamos sufrido. Fueron casi cincuenta los curichis que inspeccioné antes de cruzarlos. Todo iba bien, la belleza de la selva que estábamos cruzando y las narraciones de los combates de mi contraparte, que intervino en la guerra del Chaco en su ya lejana juventud, animaban el lento paso del tiempo.

De pronto vimos un nuevo curichi frente a nosotros. Yo era partidario de repetir la misma operación que en los anteriores pero los demás estaban convencidos de que podía cruzarse sin problemas porque, en efecto, su apariencia era inofensiva. Estábamos en un tramo del camino que atraviesa la selva tropical, relativamente abierto, y el agua se extendía por los bordes del charco de una forma que parecía superficial. El chofer avanzó, entramos en lo que parecía un inofensivo charco y las ruedas quedaron colgadas en el vacío, sin contacto con la tierra. Las reductoras no lograron mover la movilidad. Bajamos y comprobamos que los bajos del vehículo habían quedado encima de un montículo de tierra. Las ruedas no llegaban al suelo. El curichi ocultaba los dos profundos surcos hechos por el paso de camiones con grandes ruedas y al pobre Toyota aquello le venía demasiado grande para sus facultades. Calzar las ruedas con piedras era una solución descartada porque en los Llanos no hay áridos, una de las razones que iban a encarecer la futura construcción de las carreteras del Plan de Transportes. Un campesino que vivía en una cabaña cercana al curichi nos indicó que cerca había una estancia ganadera en la que tal vez nos hicieran la caridad de prestarnos dos cebúes para arrastrar la movilidad fuera del agua. Así lo hicimos y tuvimos la suerte de que accedieron a nuestra petición. Pero, entre lo que tardamos en llegar a la estancia y volver con la yunta hasta el charco, la tarde fue cayendo y las sombras nocturnas se adivinaban cercanas. Cuando logramos atar la yunta al eje delantero de la movilidad estaba ya tan oscuro que hubo que alumbrarse con linternas para poder operar. La luz de las linternas inquietó a los cebúes que, como tiraban de un modo transversal al coche, no ejercían la fuerza necesaria para sacarlo del agua. Después de numerosos intentos infructuosos hubo que desistir y hacerse a la idea de que había que parar y pasar la noche allí, en medio de la selva. Mi contraparte, su sobrino y el chofer decidieron que ellos la pasarían dentro de la movilidad, que parecía un barco varado. Mi compañera y yo aceptamos la hospitalidad del campesino, quien nos ofreció la posibilidad de dormir en la puerta techada de su cabaña, ella en una hamaca y yo en un banco apontocado en un muro porque hacerlo en una estera en el suelo no estaba indicado por el peligro que suponían las picaduras de las abundantes culebras del lugar. Por este peligro, la tierra que rodea una cabaña tiene que mantenerse sin vegetación para poder advertir con facilidad si alguna de ellas se acerca con malas intenciones. Así pues, la tercera noche del viaje dormí en un hotel desde cuya ventana veía la miríada de estrellas que tachonaban un cielo alto y sereno, inmerso en el sonido del silencio, sólo roto por algún animal amante de la vida nocturna. Ni que decir tiene que no pegué ojo en toda la noche, no sé si por la singular belleza del medio o por miedo a caerme del estrecho e inestable banco que me servía de improvisada cama si me dormía.

Serían las tres de la madrugada cuando el campesino, que dormía con su familia en el interior de la cabaña, salió a la puerta y nos dijo que una movilidad estaba viniendo por Santa Rosa y que tardaría en llegar cuatro horas. Se trataba de una gran noticia que anunciaba que pronto podríamos salir del curichi y seguir nuestro viaje hasta San Matías, en la frontera brasileira. Fueron las cuatro horas más largas de mi vida pero el fino oído del campesino había advertido a ochenta kilómetros el sonido de una movilidad y, en efecto, a las siete de la mañana exactamente vimos alborozados que llegaban dos grandes camiones cargados de coches "fúcar" (nombre que en Brasil dan al "escarabajo" o Volkswagen) ,por supuesto de contrabando, procedentes de la frontera brasileña, para ser vendidos en Santa Cruz, una ciudad en la que circulaba más la moneda brasileña que la boliviana.

Por fin salimos de aquel traicionero claro del bosque después de despedirnos del providencial campesino. Su mujer y sus hijos seguían dentro de la humilde cabaña hecha con maderos y techada con grandes hojas de la palmera motacú, autóctona de los Llanos. Durante unas dos horas todo fue bien, pero el camino atravesaba ya un nuevo trecho conflictivo. En esta ocasión no era un curichi sino un suelo tan húmedo que no era posible rodar sobre él. No había otra solución que conseguir calzar una y otra vez las cuatro ruedas de la movilidad pero, como ya he dicho, no con piedras, dramáticamente inexistentes por aquellos pagos, sino con vegetales que teníamos que desgajar a mano ya que no habíamos previsto aprovisionarnos de machetes como yo había propuesto. Si al menos me hubiera concedido el capricho de comprar uno en la tienda en la que nos servimos a la salida de Santa Cruz.... En el fragor del trabajo me hice una herida en un pie. Yo entonces no era tan consciente como lo soy ahora de que todo viaje ha de ser debidamente planificado, tanto más cuanto menos desarrollado es el país por el que se va a viajar. Aun no está reconocida la profesión de ingeniero turístico pero sin duda lo estará algún día.

Muchas fatigas costó salir de la nueva penosidad del viaje pero a poco recibimos la compensación en forma de uno de los paisajes más fascinantes que he visto en mi vida. Ni siquiera el cine los ha mostrado. Enormes árboles cubiertos de una tela de araña tan tupida que parecían novias gigantescas preparadas para celebrar sus bodas con algún gigante que aun no había llegado a la cita. Otros árboles esperaban cuajados de grandes flores amarillas, rojo sangre y azul añil como si estuvieran en un paraíso recién estrenado, envuelto en las brumas lechosas de la mañana. Calles de una ciudad fantasmagórica bordeaban el camino, formadas por las viviendas como de duendes que formaban las plantas trepadoras que cubrían los matos de la selva. Ya faltaba poco para llegar a Santa Rosa, ciudad que dejamos atrás como San Javier y Concepción, esta última cuna del dictador Hugo Banzer (1924 - 2002) un general que dio uno de tantos golpes militares en Bolivia y que gobernó durante siete años la República con mano férrea.

El camino pasaba por zonas de selva especialmente cerrada. A veces se veían letreros anunciadores de la dirección que había que tomar para llegar a las numerosas estancias ganaderas de la zona, una de ellas de nombre "Berlín" escrito en una tabla adornada con esvásticas. Muchas de estas explotaciones eran propiedad de viejos nazis que huyeron de Alemania al final de la Segunda Guerra Mundial. Por fin llegamos a San Javier de Velasco, una ciudad en la que, a la entrada había una sorprendente gasolinera, algo que nos pareció una alucinación producida por el agotamiento del viaje y los trabajos forzados que todos los viajeros tuvimos que realizar hasta ese momento. El viejo señor que nos sirvió el combustible solo hablaba alemán. Ya nos habían dicho que en Los Llanos los grandes estancieros se oponían frenéticamente a la construcción de carreteras. Empezábamos a comprender las razones. Allí nadie las necesitaba. Unos, los ricos propietarios de estancias ganaderas, porque tenían avionetas y campos de aterrizaje propios en sus fincas. Otros, porque eran tan pobres que nunca viajaban. Dentro de todo, en San Javier habían acabado de inaugurar un coquetón hotelito y allí nos hospedamos la cuarta noche del viaje. ¿Es difícil comprender que estuviéramos mi compañera y yo dos horas seguidas bajo la lluvia artificial y cálida de una ducha reparadora? Después de unas fatigas tan agotadoras como las que habíamos pasado una ducha de agua caliente es una buena metáfora de la gloria celestial. ¡Cuánta razón tienen los ingleses cuando usan el término travel (del francés travail, trabajo) para referirse a un viaje. Aquel viaje hasta San Javier era, en efecto, un travel, es decir, un duro trabajo de cinco días agotadores.

Como todos los camiones cargados de fúcares de contrabando con los que nos cruzábamos nos informaron de que ellos habían tardado desde San Matías hasta San Javier toda una semana por el mal estado del camino decidimos cambiar el rumbo de nuestro viaje y tomar dirección sur hacia San José de Chiquitos, ciudad en la que esperábamos poder tomar el tren que procedente de Corumbá (Brasil) y se dirige a Santa Cruz de la Sierra.

Pero esta parte del viaje prometo contarla otro día porque tiene su propia historia.


(Escrito por Desdeluego)

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21 febrero 2009
Shiraz/Syrah
Si no fuera por que la ciudad de Shiraz, encaramada en los altos de Zagros, en Irán, se encuentra situada a casi 1500 metros sobre el nivel del mar, sería muy hermoso asignarle el origen histórico de este varietal. Desde Baba Taher a Saadi o Hafez, han sido muchos los poetas que han cantado a su brisa, refrescante en verano, dúctil y suave en sus irónicamente templados inviernos, y a la franca amistad de sus gentes. Aún hoy, Shiraz conserva uno de los mejores conjuntos universitarios de Irán: seis son sus Universidades, incluyendo la perla de la corona académica del Sha, la antes llamada Universidad Pahlavi, hoy Shiraz University a secas. Bien es cierto que la región de Shiraz produce uva; mas, quizá debido al religiosamente obligatorio estado abstemio de los musulmanes, se trata de uvas de mesa, poco o nada aptas para la vinificación y la alegría.

En la más agnóstica y enófila Europa, fueron los franceses del Ródano los primeros en producirla. Según sus investigaciones genéticas, se trataría de una variedad hija de la Mondeuse blanche (madre, o progenitor B) y la Dureza (padre, o progenitor A). Ojo a la Mondeuse Blanche, así llamada porque su importante cantidad de pruína confiere a los granos un aspecto externamente blanquecino, casi lechoso: se trata, sin embargo, de una variedad tinta, al igual que la Dureza. Estamos, pues, ante un flagrante caso de acoplamiento, coyunda o matrimonio homocrómico donde viene, como anillo al dedo, la reciente, aséptica y correcta denominación de “progenitor A/B” en lugar de la premoderna y, sin duda, homófoba “padre/madre”.

Han sido, sin embargo, los australianos los que, sobre fomentar la denominación Shiraz frente a la afrancesada Syrah, han elevado a categoría de soberbios los, en general, previamente sólo decentes Cotes du Rhône. Los Aussies han enseñado al mundo cómo vinificar una variedad aparentemente recia, tánica y un tanto propensa a la sobremaduración a base de vendimiar en su momento y dar el muy necesario, aunque sutil, toque de madera. En España estamos acostumbrados al tratamiento de varietales más o menos semejantes: mencía, garnacha fina o, atención, monastrell jumillera son vidueños con similares potenciales y flaquezas. No es, por ello, sorprendente que el mercado vinícola ofrezca, en nuestra patria, un ramo muy selecto de Shiraz entre los que me permito citar los siguientes: Valtosca, de Casa Castillo, Jumilla; Syrah, de Dehesa del Carrizal, Montes de Toledo; Nuestro Syrah, Manuel Manzaneque, Finca Élez; Dominio de Valdepusa Syrah, Marqués de Griñón, Montes de Toledo; Monasterio de Santa Ana, Casa de la Ermita, Jumilla. Se trata, en todos los casos, de vinos de alta capa, muy untuosos, de lágrima persistente y que llenan la boca. No tienen la sensación matizadamente frutal de los cencibel de media crianza pero, en cambio, resultan mucho más potentes en la boca. Un defecto desgraciadamente común a ciertos Shiraz poco hechos es la persistencia tánica, que llega a resultar –en casos extremos– desagradablemente arisca. Los que cito, sin embargo, están domeñados por la fusta del roble correctivamente aplicada en su medida: su picadero ha sido el necesario y son vinos perfectamente gobernables. Como un buen caballo. Como un buen hombre.

(Escrito por Protactínio)

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20 febrero 2009
(Más) Ecos
Principiamos con referencia a una industria que en tiempos de recesión no necesita de estimulación ni inyección de confianza: las agencias antidroga de los condados de Mendocino, Humboldt y Trinity (estado de California, al norte de San Francisco) han estimado que dos terceras partes de la economía de la zona se basan "probablemente" en el cultivo ilegal de marihuana (ilegal según las leyes federales pero permitida por el estado para uso terapéutico). Un agente federal manifestó que "nadie produce mejor marijuana que la de aquí".
MSNBC, 25-01-09

Las drogas no vienen mal en tiempos de crisis. Así se deduce de lo revelado por el director de la Oficina de Drogas y Crimen de Naciones Unidas: entre los meses de septiembre y octubre, cuando la crisis financiera encendió todas las alarmas por el estancamiento del flujo de capital, los bancos recurrieron con frecuencia a los depósitos de narcotraficantes, reservas destinadas a ser blanqueadas.
International Herald Tribune/Reuters, 25-1-09

Esta estrechez de dinero, tan patente en las economías domésticas, aviva el ingenio. En el transcurso de su litigio de divorcio, Richard Batista, ciudadano residente en Nueva York, exigió a su ex esposa la devolución del riñón que le había donado cuando eran un matrimonio feliz. Alegando las particularidades inusuales de su órgano, Batista reclamó 1,5 millones de dólares como compensación.
WCBS, 07-01-09

Más directo fue Thomas Rowley, quien después de romper con su novia intentó "extraer" los implantes que la ex se había puesto en los pechos, creyéndose propietario legítimo de los mismos por haber pagado la intervención. Ha sido procesado por intento de asesinato.
Victorville Daily Press, 27-01-09

Un tema siempre en boga el de los implantes. Una asociación sueca en pro de la educación sexual se quejó en noviembre del programa gubernamental que consigna la implantación de penes protésicos a los ciudadanos operados de cambio de sexo. La asociación calificó de "injusta" esta política porque los penes son "sólo estéticos" y "no funcionan".
The Local (Estocolmo), 08-11-08

Y es que la sexualidad es un tema delicado cuando entronca con el ámbito sanitario. Miren sino el caso de los cinco empleados de New Zealand Care que dimitieron cuando la empresa les ordenó proporcionar "asistencia en la masturbación" como servicio a los pacientes discapacitados que la solicitaran.
Nelson Mail (Nueva Zelanda), 21-10-08

Una idea solidaria, sin duda. Es la imaginación al poder, como en el gimnasio Gymbox, cuyos responsables admiten que levantar pesas puede resultar "un ejercicio aburrido". Para impregnar entretenimiento han introducido "mancuernas humanas". O sea, cuerpos (incluyendo dos enanos) como alternativa al hierro. Una de las ventajas de esta modalidad consiste en que la pesa puede animar al levantador, a gritos si es preciso, en sus alzadas. Son cinco y el más 'duro' pesa 140 kilos.
The Daily Telegraph, 22-1-09

Ya saben, somos una especie de talento insondable (o casi).

(Escrito por Sickofitall)

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19 febrero 2009
404 robos

Leo esto y me cabreo. ¿Será, también, fruto espurio de la crisis lo que me ha pasado esta mañana? Verán: eran poco más de las nueve. Acababa de encender el teléfono y, de repente, dos mensajes. ¿Llamadas perdidas? ¿Nocturnas confesiones? ¿Goles del Atleti? ¡Quiá!

Mensaje #1: Bienvenid@ a las alertas de Mi Signo del Horoscopo (sic). Diariamente recibiras (re-sic) por SMS la prediccion (requete-sic) de tu signo para estar prevenid@ (0.17 eu./sms iva inc)

Mensaje #2: Enhorabuena! Te has suscrito a DornaMotoGP

No necesito aclararles, creo yo, que jamás he solicitado semejantes servicios. No me interesan los horóscopos ni las motos GP. Nada de nada. Llamo a MoviStar. Tras lograr que me atienda un ser humano, primera mentira: Los números 404 no tienen nada que ver con MoviStar. Mande el mensaje INFO al 4565. Lo hago. Respuesta:

Mensaje #3: INFOALERTAS: Actualmente no estas (sic) suscrito a ninguno de estos servicios de alertas SMS.

Habrá sido un error, me dije confiado. No obstante, busqué los 404 en la red. ¡Y claro que sí! Son un “servicio” (con todas las comillas que se quiera) de MoviStar. Ello es evidente aquí, aquí y hasta aquí. La señorita me había engañado como a un idiota. Sobre las 11.30, primer atraco:

Mensaje #4: MISIGNO ARI Te sientes mas audaz que nunca en tu busqueda perpetua de lo que es bueno y hermoso. ¡Sigue explorando esta via y no te prives de nada!

No sólo no ponen ni un puto acento, sino que, además, me mandan la conseja referente a Aries, cuando yo soy Tauro. ¡El acabose! Estoy dispuesto a montar un pollo telefónico a alguien, a quien sea, pero mi mujer me llama a la sensatez. Mientras tanto, encuentro en la red que debo amenazarlos (a los de MoviStar) con los artículos 104 y 113 de la Ley 424/2005 de Telecomunicaciones. Apago el móvil y, al llegar a casa sobre las tres:

Mensaje #5: El MotoGP aprueba medidas para reducir costes en 2009, entre ellas la suspension de los entrenamientos libres del viernes y la limitacion parcial de electronica.

Interesante, ¿eh? Y, de nuevo, muy instructivo para entender la coja sintaxis de los desacentuados. Volvemos a llamar al 609. Ya debo 0.34 €, IVA no incluido digan lo que digan, ya que luego, en el recibo, lo vuelven a cargar. Lo mismo: El 404 no es cosa nuestra… Al comprender la despreocupada señorita que nos hemos informado, llama a la persona responsable del asunto. Según ella, no consto como suscrito a ninguna de las alertas descritas. Pero me mandan mensajes. ¡Y aparecen, ya, en mi factura, a la que accedo a través de la red! Solución: Pruebe a mandar BAJA al servicio…. Lo hago. Y, entonces, la requetehostia:

Mensaje #6: Mensaje gratuito: lo sentimos, el servicio no se encuentra disponible en este momento, por favor, intentelo mas tarde.

¿A quién podría yo colgar por sus genitales o genitalas? Se aceptan ideas.

(Escrito por Protactínio)

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18 febrero 2009
Las novias de Benjamin
Alternando en época canicular, la preparación y poda de los rosales a horas vespertinas con la lectura reparadora nocturna, coincidió oportunamente la cura de pinchazos y rasguños con un párrafo citado por Agamben en ‘La potencia del pensamiento’ [Anagrama 2008] relativo a W. Benjamin (carta a Scholem, 27/07/1929): “En San Geminiano me he herido las manos con las espinas de un rosal del jardín de George, que en muchos puntos tenía una floración extraordinariamente bella”.

A buscar rosas en su jardín vamos a dedicar estas líneas.

George, era Stefan George, al que Benjamin reseñará no elogiosamente en ocasiones, a pesar de su antigua amistad y que poseía numerosos libros suyos en su biblioteca de Berlín, y no el “querido Stefan” al que Benjamin dedica, como hijo suyo, su autobiográfica ‘Crónica de Berlín’, [Paidós 1995], (reelaborada posteriormente como ‘Infancia en Berlín’), escrita en 1932 en Ibiza donde Benjamin residió temporalmente y donde, con una enorme capacidad creativa, escribió cuentos, siete de los recogidos en 'Historias y relatos’ [Península 1997], otros ensayos y, ya en 1933, un enigmático texto breve (además de su experiencia con Jean Selz y el opio recogida en la curiosa ‘Notas sobre el crock’) que, analizado también por Agamben en su libro, posee algunas claves del mundo femenino de Benjamin que resultan de especial interés. Se trata de ‘Agesilaus Santander’. Texto autobiográfico con referencias cabalísticas, donde trata de su lucha con el ángel y de sus nombres secretos, escrito como regalo a una mujer que conoció en la isla y por la que se sintió profundamente atraído.



Pero el mundo femenino de Walter Benjamin, quién, no obstante, nunca dio espacio en sus escritos a la voz de la mujer, no se circunscribe a un ámbito concreto.

Independientemente de Dora Sophie Kellner-Benjamin (luego Dora Pollock), con matrimonio y divorcio incluidos, madre de su hijo Stefan y a la que encomendó su educación. Y de Lisa Ekstein-Frittko

con la que coincidió en Portbou y que le condujo por el monte para intentar pasar la frontera española justo antes de su suicidio, sobre la que G. Steiner especula como último enamoramiento de Benjamin, sí son sus estancias en Ibiza las que nos proporcionan datos muy sugerentes en relación con sus mujeres, como puede deducirse de su correspondencia.

Allí, intentó que algunas buenas amigas lo visitaran, entre las que no consiguió está Gretel Karplus, tampoco Inge Buchholz, que conoció en 1930 y con la que pasó luego buenos ratos en Berlín, incluyendo la lectura en primicia de su cuento ibicenco ‘La cerca de cactus’.

En Ibiza coincidió en fiestas de la colonia extranjera con Gisèle Freund,

fotógrafa berlinesa, amiga de Benjamin desde los tiempos de Paris (ver suplemento The NYT, El País, 29/01/2009) y que está citada en su ‘Libro de los pasajes’.

También tuvo mucha relación tanto en 1932 como en 1933, con Guyet Selz, mujer de Jean Selz, que fueron sus anfitriones en multitud de ocasiones y con los que compartió hachís y opio.

Pero son dos mujeres las que marcan de manera influyente, respectivamente, sus estancias en la isla.

Al final de la primera, Olga Parem, conocida por Benjamin en casa de F. Hessel en Berlín en 1928, la única de las amigas íntimas que aceptó visitarlo expresamente en Ibiza, rechazó vehementemente su proposición de matrimonio, lo que precipitó su depresión, su salida de la isla y su anuncio de suicidio.

Al final de su segunda estancia, con Benjamin empobrecido y enfermo, apareció en la isla Anna María Blaupot ten Cate, pintora holandesa que se estableció allí y de la que se enamoró perdidamente y que le inspiró su ‘Agesilaus Santander’, pero cada vez más retraído con sus conocidos y desesperado por su situación respecto a Alemania, Benjamín abandona Ibiza para nunca más volver.



Es sin embargo la lectura del testamento de Walter Benjamin, comunicado, como albacea, a su primo Egon Wissing en julio de 1932 con el anuncio de su suicidio, no perpetrado entonces, despechado por su amante y deprimido por su situación tras su primera estancia en Ibiza, la que nos da las pistas más atinadas en nuestra pesquisa.

En efecto, el testamento contiene un apartado muy relacionado con ese mundo femenino de Benjamin, aparte de lo relativo a la donación de su biblioteca, sus documentos y obras de arte. Se trata de la descripción de regalos especiales que lega a diferentes mujeres por las que ha sentido y siente atracción.

Éstas son cinco, dos amores declarados, dos no declarados formalmente y una incógnita:


Elisabeth Hauptmann
, escritora que colaboró con B. Brecht y con la mantuvo habitualmente correspondencia y sobre la que manifestó mucha preocupación, a través de terceros, hasta que ella pudo abandonar Alemania en época nazi.


Asja
(ó Asia) Lacis, militante comunista, amante que conoció en 1924 en Capri y siguió a Moscú aún cuando ya vivía con otro, inspiradora de su obra (Para Asia Lacis, que, como ingeniero, abrió en mi corazón esta calle de dirección única: Einbahnstrasse. 1928) y que sufrió purgas estalinistas.

Jula Radt-Cohn
, amante que conoció en Niza, es a una de las que anuncia por carta su no consumado suicidio, le había dedicado ya alguno de sus textos y mantienen correspondencia posteriormente al matrimonio de ella con Fritz Radt, cuya hermana Grete fue a su vez la esposa del hermano de Jula, Alfred Cohn, buen amigo de Benjamin (al que lega una alfombra).

Gert Wissing
, esposa de su primo, amaba su compañía, está muy presente, oníricamente, en las experiencias terapéuticas de Benjamin con el hachís y le dona expresamente el secreter de su estudio.


Gretel
(Margarete) Karplus (a la que llama Felizitas en sus cartas), filósofa, futura mujer de Theodor Wiesengrud Adorno y muy buena amiga de Benjamin, que tuvo relación con la Lacis y su hija. Le proporcionó en muchas ocasiones dinero y por mediación suya se salvó la biblioteca berlinesa de Benjamin. Fue una confidente con la que intercambia numerosa correspondencia en una relación muy especial y muy personal (llega a considerar a Benjamin, frente a Adorno, como su niño adoptado, “el niño que nunca había tenido”).

(Escrito por el Sr. Verle)

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17 febrero 2009
“…and Justice for all”

Mañana tenemos huelga de jueces. La Justicia probablemente es la Administración del Estado que funciona peor. Que haya jueces corruptos (pocos), o la politización de los órganos judiciales, son problemas muy secundarios en comparación con la lentitud del sistema judicial, y las dificultades de ejecución de la sentencias. Para el ciudadano de a pie estos son los principales problemas del sistema. En la situación actual podemos afirmar que en España no tenemos una verdadera democracia porque no hay Justicia. 

Quizá sea este un buen momento para examinar brevemente a los actores de esta catástrofe. 

Jueces: se quejan, principalmente, de falta de medios y acumulación de trabajo. Es cierto, pero entonces cómo se explica que haya juzgados que funcionan bien, que dictan las resoluciones al día y que hacen ejecutar lo juzgado. El juez que se lo propone consigue que su juzgado funcione perfectamente. Pero son pocos los que se lo proponen. En realidad, los juzgados no funcionan por dos motivos: los jueces son vagos y cada vez peores. 

Funcionarios: los funcionarios ni son muy amantes del trabajo, ni están bien preparados. Pero esto es una lacra común en cualquier administración. ¿Por qué no privatizamos la oficina judicial? 

Procuradores: la pregunta que más veces me han hecho desde que ejerzo es ¿para qué sirve el procurador? Bueno, teóricamente, representa a la parte en el proceso. En la práctica, la arcaica figura del procurador no tiene ningún sentido, y básicamente se ha convertido en un mensajero de lujo. Los procuradores encarecen el litigio y, en muchos casos, entorpecen la labor del abogado. 

Abogados: en España hay demasiados abogados y demasiados abogados malos. Esto ha ocasionado que exista una competencia feroz y un exceso de litigios. No somos los culpables del problema pero sí cómplices del mismo.


(Escrito por Desierto Polaco)

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16 febrero 2009
Algo olió a podrido en Dinamarca
La depuración de las responsabilidades políticas y criminales en Francia, tras la Segunda Guerra Mundial, tuvo demasiado de gran farsa. La misma farsa de los funerales de los asesinados por la mafia o por el terrorismo. La escena requiere un drama en que todos puedan mostrar cuánto espanto y dolor sienten ante la brutalidad o el atropello, aquel mismo que no quisieron evitar. En el fondo, el ataúd está vacío. Como vacíos estaban los banquillos. En Francia, las mujeres rapadas, los hombres arrastrados por la calle, fueron la espita de la catarsis, pero era estrecha y el núcleo de la ponzoña no desapareció. Es algo que se enquista y hace enfermar sociedades enteras, porque la escena consigue tergiversar el discurso. El asesino o el torturador no son nada sin quien los alimenta.

Francia sabe que el delirio del jacobinismo excesivo fue el campo arado del fascismo, germinado en un ideario anticipado por Gustave Le Bon. El antisemitismo fue también una impronta muy pujante en Francia, desde siempre. Sirva para ello saber, por ejemplo, que Dreyfuss fue indultado pero nunca fue anulado su proceso, a pesar de que se acabara reconociendo la injusticia. Entonces, ¿a qué tanto rasgarse las vestiduras por las consecuencias de los propios actos, por el fruto de la propia simiente? Darse cuenta del horror, toparse con la consecuencia ineludible de los propios actos y no querer aceptarlo: ¡ese no es mi hijo! Pero lo era.

Resulta difícil dudar de la ambigüedad de Francia durante la Segunda Guerra Mundial. Su adormecimiento militar y estratégico de entreguerras la deja como víctima propiciatoria de una Alemania que algún día se vengaría de Verdun y de la ocupación del Ruhr. La embestida alemana de 1940 derrota en muy poco tiempo a un ejército francés atontado, mal dirigido y no demasiado bien equipado. Pero también desmorona el Estado francés, que se rinde también. El Mariscal Pétain, el gran héroe de Verdun, acepta las condiciones alemanas y la ocupación parcial de Francia, dejando una zona libre bajo el control exclusivo de su gobierno, que se radica en Vichy. Mientras tanto, sólo De Gaulle y Leclerc llaman a la rebelión contra el gobierno títere de Vichy y contra la ocupación alemana. Pero también la derecha nacional francesa toma su posición y se convierte en el sostén político de Vichy y de la Alemania nazi. La izquierda desaparece, pero en gran medida porque también es colaboracionista, especialmente la comunista. En realidad, los altos cuerpos burocráticos y policiales del Estado francés están del lado de la colaboración.

Y sucede la ocupación, la resistencia, la deportación de judíos, la de trabajadores franceses a Alemania y, por fin, el desembarco aliado de Normandía del 6 de junio de 1944. El 17 de junio, el gobierno de Vichy decide retirarse hacia Alemania, instalándose en Sigmaringen. Aparte de una fingida administración mínima y de una escolta de las Waffen SS Charlemagne, pocos acompañan a Pétain en su huída. Entre ellos, el Doctor Ménétrel, que es simultáneamente el consejero político y médico personal del mariscal. Allí cae en desgracia, al imputársele la responsabilidad de la mala fortuna de la Francia colaboracionista, pero siguen confiando todos en una reversión de la situación a favor de Alemania. Entretanto, se busca para Pétain un nuevo médico personal, pues ya es bastante anciano y necesita de cuidados diarios. El escogido por los nazis es un médico francés que ha acompañado al gobierno al exilio y que les es de plena confianza. Es un hombre muy conocido como escritor, propagandista antisemita y colaboracionista absoluto. Cuando a Pétain le comunican que será este hombre, el Doctor Destouches, quien sustituya a Ménétrel exclama: “Preferiría morirme de golpe antes que eso…” Destouches estaba ansioso por sustituir a Ménétrel y, al conocer la opinión de Pétain, no puede reprimir su resentimiento hacia él. En realidad, por mucho que esté en Sigmaringen, no tiene la menor intención de seguir la suerte del mariscal y siquiera de refugiarse en Alemania. Está de paso hacia Dinamarca con su mujer, Lucette Almanzor. Allí ha mandado depositar todos sus ahorros, transferidos desde el Banco de Inglaterra. Acude a Dinamarca porque tiene buenos amigos daneses y ya conoce el país, aparte de ser apreciado como escritor.

Por su filiación colaboracionista, ya desembarazado de Pétain, consigue un salvoconducto alemán para llegar hasta Dinamarca, por mediación de Werner Best (1) y de Hermann Bickler (2). Ya en Copenhague, Destouches y su mujer pasan la primera noche en el Hôtel d’Angleterre, para instalarse después provisionalmente en la casa de Karen Marie Jensen, mujer ligada al mundo artístico. Esto permite a Lucette impartir lecciones de danza a particulares, con lo que puede ejercer su profesión y obtener alguna renta. Destouches regulariza su situación legal y administrativa ante las autoridades de ocupación, pero en público se identifica con nombre falso: M. Courtial, personaje de uno de sus libros antisemitas. Con razón, pues sabe que la derrota alemana no tardará. El 5 de mayo de 1945 asiste a la entrada de las tropas británicas en Copenhague, pero no ha perdido el tiempo, porque ya ha encargado a un abogado, Thorvald Mikkelsen, la defensa de sus intereses. Éste no sabe nada de su cliente y antes de aceptarlo pide consejo a un amigo, Herman Dedichen, que ha residido en Francia durante casi veinte años. Conoce al médico como escritor, es francófilo y resistente desde la primera hora, pero no objeta nada a que Mikkelsen defienda a Destouches.

Hasta diciembre de 1945 el matrimonio Destouches vive casi en la clandestinidad, mientras su abogado ya ha solicitado al jefe de la policía danesa su regularización bajo la administración del gobierno danés. Entretanto, Francia ha vuelto a establecer relaciones diplomáticas con Dinamarca y llega a Copenhague el nuevo embajador. También llegan a Destouches las noticias de la muerte de su madre, de la condena a muerte contra Pétain, del suicidio de Drieu-La-Rochelle (3), de la muerte acribillado a balazos de Jacques Doriot (4) y de la depuración desencadenada en Francia contra los colaboracionistas. Lógicamente, teme ser deportado y, con toda seguridad, fusilado. Tal estado de cosas no le impide serenarse y volver a escribir. Por el momento está seguro y nadie le reclama.

Pero en agosto de 1945, el nuevo embajador recibe una información anónima según la cual alguien ha visto al Dr. Destouches en Copenhague. Informa al Quai d’Orsay (5) y recibe la orden de asegurarse de la veracidad de la información y de, en tal caso, proceder inmediatamente a solicitar al gobierno de Gustav Rasmusen la extradición de Destouches. Aunque aún no se le ha detectado, en varios periódicos franceses ya aparecen noticias mencionando su posible residencia en Oslo o en el “norte brumoso”. Destouches está algo nervioso, pero Mikkelsen lo tranquiliza. Aún no sabe aquél que su editor, Robert Denoël, acaba de ser asesinado en Francia a principios de diciembre.

El 10 de diciembre de 1945, una danesa casada con un francés lo reconoce por la calle y, el 14, Samuelson, corresponsal de France-Presse en Dinamarca, le solicita una cita para entrevistarlo, que rechaza. Es evidente que ya lo han localizado, pero la embajada francesa no quiere darle publicidad a la noticia. Probablemente fue Samuelson quien mandó la nota anónima a la embajada y, por un desliz suyo, la prensa francesa ya tiene la seguridad de que Destouches está en Copenhague. El embajador, Charbonnière, monta el cólera cuando lee la prensa francesa. Llama a Samuelson, le reprende y consigue que lo destituyan (6).

Charbonnière ya ha tramitado la solicitud al gobierno de Rasmusen para la extradición de Destouches y, en principio, el gobierno danés es absolutamente favorable, ante el evidente colaboracionismo del refugiado. Sin embargo, defensores como son del estado de derecho, exigen al embajador francés que aporte un dossier con pruebas concluyentes. Demanda entonces el embajador las pruebas al Quai d’Orsay y sólo le remiten extractos de textos de Destouches, fotografías de su asistencia a mítines antisemitas y generalidades que no implican directamente al perseguido en ningún acto concreto. Charbonniére se enfada con su gobierno y empieza a notar el ridículo de su posición ante los daneses, que encuentran el dossier insustancial. A cada nueva demanda de documentación llegan papeles varios que en nada inculpan a Destouches. Mientras tanto, su defensa actúa con toda precisión y empieza a torcer la voluntad de algunos ministros daneses, que no ven ya tan clara la extradición.

Sin embargo, a pesar de las dudas del gobierno danés, para Destouches la situación es un infierno que lo lleva al colapso nervioso cuando, finalmente, la policía acude a su domicilio para interrogarle. Era conocida su residencia en Copenhague, pero no su domicilio concreto. El 16 de diciembre de 1945, un vendedor de periódicos lee en el diario danés Politiken la noticia, ilustrada con una fotografía, de que Destouches está en Copenhague. Y lo reconoce como uno de los vecinos del edificio donde está su quiosco. Acobardado hasta el infinito, haciendo del cinismo fuerza, niega ante la policía ser antisemita, haber sido colaboracionista o tener nada que ver con la Francia de Vichy. Llega a decir que su estancia en Sigmaringen junto a Pétain se debió a su amor por la lengua francesa.

El matrimonio Destouches es detenido por orden del ministro de Justicia y llevado a prisión, donde las condiciones, no siendo duras, se les hacen insoportables. Pero la justicia danesa sigue sin encontrar que el dossier aportado por Charbonnière contenga nada concreto con que acusar a Destouches y proceder a la extradición. De hecho, Charbonnière reconoce colérico en la correspondencia diplomática con su gobierno que no existe nada de enjundia en el dossier, que está jurídicamente vacío. Mikkelsen aprovecha el tiempo y la torpeza francesa para hacer calar en el gobierno danés que se trata de una persecución por delitos de opinión, no por actos concretos que vulneren la ley francesa. Además, recuerda, el convenio franco-danés de correspondencia mutua excluye expresamente los delitos de opinión. Charbonnière no se explica la torpeza de su ministerio y de la policía francesa para hacerle llegar pruebas contundentes contra Destouches, pues sabe que las hay. Está a punto de desistir. El gobierno danés no impide, sin embargo, que el proceso contra Destouches siga en Francia y ofrece a la policía francesa acudir a la prisión cuando quiera para interrogar a Destouches, pero jamás sucede tal cosa.

El estado de Destouches en prisión empeora tanto que es enviado al Rigshospital por una temporada. Él mismo y sus abogados consiguen que se extienda la especie de que es un judío francés liberado de un campo de concentración que necesita reponerse. El gobierno danés intenta no tener demasiados problemas con el asunto y tampoco aclara la verdadera identidad del enfermo. En el hospital vive bien y es tratado con toda consideración, pero la sistemática presencia de la policía empieza a levantar la sospecha acerca de su impostura. Cuando se conoce la verdad, la indignación del personal es enorme y casi todos protestan escandalizados. Hay tanta gente que atender, tantos verdaderos prisioneros de los campos liberados que reponer, que la presencia de Destouches les parece repugnante. De cualquier modo, a su cautiverio le queda poco y el 25 de febrero de 1947 es liberado sin que el gobierno danés conceda su extradición. Sólo se le somete a la condición de residir en domicilio conocido y a no dejar Dinamarca sin el permiso gubernamental.

Los Destouches se instalan en una casita que su abogado Mikkelsen tiene cerca de Copenhague. Allí viven sin que ya Charbonnière pueda perseguirlos (7). Repuesto del temor a ser fusilado, Destouches retoma la escritura y se venga en ella de su perseguidor principal y de otros, incluidos los daneses: “Una lengua ideal para los mendicantes… Los daneses cuando hablan parecen llorar”.

Tras tres años de calma, en Francia, a principios de 1950, comienza el juicio contra Destouches, declarado en rebeldía. La expectación es enorme, porque su caso es ya famoso. Especialmente, la prensa y los partidos de la izquierda desean un escarmiento ejemplar. Los cargos le acarrean una condena de un año de prisión, 50.000 francos de multa, la confiscación de la mitad de todos sus bienes, habidos y por haber, y la indignidad nacional a perpetuidad. Los que le podían acarrear el fusilamiento no consiguen ser respaldados y son desestimados (8). La condena de prisión se da por satisfecha con el tiempo pasado en la cárcel en Copenhague. La decepción por una pena tan exigua irrita a casi todos. Destouches ha escapado a la suerte que en toda justicia le correspondía. El gobierno francés, evidentemente, prepara un recurso.

Sin embargo, Destouches no está dispuesto a cumplir el resto de las penas impuestas ni a esperar al recurso de su gobierno, y acude a un abogado francés muy bregado en defender colaboracionistas, Tixier-Vignancourt. Éste se sirve de una ley de la nueva República Francesa en que todos los condenados por colaboracionismo a penas de menos de tres años de cárcel, pueden ser indultados si fueron combatientes de la Gran Guerra. Es el caso de Destouches. Sin la menor publicidad, entregando Tixier su demanda de indulto entre otras tantas, Destouches consigue el levantamiento de la pena el 20 de abril de 1951, por resolución del tribunal presidido por M. Raynard. Cinco días después, Tixier anuncia a toda la prensa que Destouches ha sido indultado por la justicia francesa. El escándalo es mayúsculo y la prensa comunista acusa de traición a los jueces, al gobierno y a la República misma. El Ministro de Justicia se entera leyendo la prensa de ese día y monta en cólera, mientras que el de Interior no se puede reprimir y, corroído por la indignación y la humillación, destroza a golpes una silla de su despacho.

El Ministro de Justicia, Jules Moch, llama al juez Raynard para que le dé una explicación acerca de cómo era posible que un prófugo de la justicia, custodiado por un gobierno amigo en tanto su causa no tiene sentencia firme, le colara de rondón un expediente de indulto:

-“¿Es que acaso no sabe usted que el Doctor Louis-Ferdinand Destouches es el mismo que el escritor Louis-Ferdinand Céline (9)?”

- “Perdóneme, Señor Ministro, pero en literatura nunca pasé de Flaubert.”

Poco después, el médico Louis-Ferdinand Destouches volvió a Francia con su mujer para seguir escribiendo. Murió el 1 de julio de 1961 en París. Había nacido el 27 de mayo de 1894 en Courbevoie, Francia.
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(1) Werner Best era un jurista alemán que hizo carrera en la Gestapo hasta que se enfrentó a Heydrich, pasando entonces a depender de Von Ribbentrop. De 1940 a 1942 fue comandante en jefe de las tropas de ocupación de la Wermacht en París, donde conoció a Destouches. En 1943 su mentor cae en desgracia y es enviado a Dinamarca como ministro plenipotenciario del Reich, estableciendo su cuartel general en el Hôtel d’Angleterre de Copenhague. Viendo ya que Alemania perdería la guerra, encontró en Dinamarca el puesto perfecto para obrar con una blandura calculada, que le permitiría el indulto ante la condena a muerte en 1945.

(2) Hermann Blicker era un autonomista alsaciano ligado al NSDAP, amigo de Destouches y de Werner Best.

(3) Drieu-La-Rochelle no quiso huir y tampoco aceptó la protección que le ofreció, entre otros, André Malraux. Se suicidó. En sus últimos tiempos se reconocía abieramente estalinista.

(4) Jacques Doriot fue comunista y fundador del Parti Populaire Français, convertido en el sostén político de la Francia de Vichy. Murió en 1945 estando ya en Alemania, cuando unos cazas de la Luftwaffe ametrallaron el coche en que viajaba. Oficialmente fue un accidente, pero algunas versiones del suceso apuntan a que fue deliberadamente acribillado como resultado de un ajuste de cuentas entre distintas facciones nazis.

(5) Es el nombre que recibe el Ministerio de Asuntos Exteriores, por estar situado precisamente en ese lugar.

(6) Samuelson se tomó la venganza repetidas veces. Acusó siempre a Charbonnière, sabiendo que mentía, de no tener intención de capturar a Destouches, por lo que ocultaba deliberadamente los documentos que lo inculpaban. Llegó incluso a tergiversar la condición del embajador bajo el régimen de Vichy, confundiendo deliberadamente a Charbonnière con su padre, que sí había sido colaboracionista.

(7) Charbonnière sufrió enormemente por el asunto y consideró siempre una humillación personal y a Francia lo sucedido en el caso Destouches. En sus memorias siquiera cita el caso.

(8) Era absolutamente evidente que había cometido alta traición por colaboración política y propagandística con el invasor, lo que la legislación francesa anterior a la guerra penaba con la muerte por fusilamiento.

(9) Louis Ferdinand Destouches tomó el nombre de su abuela Céline, que significa Celia, como sobrenombre literario.

(Escrito por Dragut)

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